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akllas de serv1c1o.
Huaina Kápac, sentado en
el usnu, con
la cabeza
inclin~V
da, parecía
haberse
dormicio,
al igual que
Ak1la~
i !'Justas sen–
tadas en cemicírculo,
a lo!' la–
dos i detrás del Emperador ....
Hacía vario¡;
días que Sa–
pan Inka estaba meditativo. I
era que un sueño agorero, había
mostrado ante sus
ojos, un pu–
ma que el rayo
había
partido
en dos,
i
que
luego dos zorros
le devoraban con desusada glo-
tonería ..... .
Así pasaron
los días con
lentitud miüeriosa ..... .
Era ya la madrugada
del
tercer día. Los sacerdotes i las
akllas no habían dormido.
Los
e
acerdotes
preparando
febril–
mente cuanto
habían menester
para aquel majestuoso ceremo–
nial; i las akllas, preparando el
zanku, para la Corte, i también
para el suntuo. o
banquete que
el pueblo
esperaba
con
toda
fruición.
La Sagrada Ciudad
com~n
zó a desperezarse i a revivir en
el interior
de los
templos, de
lo:: palacios i las moradas.
Todos se ataviaban con sus
más ricas galar.
Para ese día
se habían
confeccionado
para
los nobles
las túnica:; más bri–
llantes i finas,
con los más ca–
prichosos dibujos
i
los colores
más gratos,
recamada:: i Oeca–
das de
oro
i argentería;
i el
l1autu, los brazaletes, i lakl caras
dP.
lo:: pumas para los hombros
i
las rodillas,
del oro más esti–
mado.
Sapan lnka vistió una túni–
ca h echa
de finísima
tela de
cuentecillas de oro, que remata–
ba e" f1equería en forma de gu-
saniLlos.
-
Calzaban
sus pies las más
rica::.
sandalias,
adornadas con
esmeraldas i riquísimas perlas; i
sujetan con
cintas
entr~tejidas
con hebras de oro finísimo, que
en artísticas vueltas
cubrían las
pantorrillas.
Dos aklla.s,
hermocas cual
dos luceros, se encargaban aque–
IIa madrugada de vestir a<l Hijo
del So1.
Sujetaron
a cada
rodiBa
ancha cinta flecada de oro, en
·la que iba cosida una cabeza de
puma, ahuecada por dentro, he–
cha de oro
bruñido, en
cub'as
cuencas briJ,Iabatn
por ojos dos
esmeraldas.
Sobre cada
hombro co1o- ,
caron un kúntur
en actitud
de
volar, hecho también de oro
fi–
nbimo, obra de lo.s artistas más
afamados de todo el Imperio.
En vez del .Uautu corriente,
el llautu de oro sujetaba el cabe–
llo retinto
i recortado ahística·
mente; sobre el llautu se erguían
dos plumas de'l legendario pája–
ro korekenke; y de·l mismo pen–
día
la maskaipacha,
hecha de
canutitos
del áureo meta·l, que
dejaban pasar hilos de un rojo
intenso que
remataban meltos
sobre
las
cejas,
cubriendo la
frente.
Adornaban
el
cuello
de
Huaina Kápac varios coH'ares de
piedras preciosas,
1 uno
hecho
de perlas
riqu1s1mas, del
cual .
pendía una esmeralda gigante;
i