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·35·
1
gen pura, al beso
ardiente del
jando
el
dedo cordial
i
env1an·
naciente Sot
dole a-lgunas gotas con religioso
De pie, el lnka
entonó en
fervor.
voz baja la sagrada
plegaria al
1
-Oh, amantísimo Padre,-
le
Padre de la Vida. Todos le 1m1-
dijo, mirándole fijamente:- acep–
taron.
ta gustoso
la so,ra
con que te
Inefable murmullo
se
fue
ofrenda tu Primogénito; la fíes–
extendiendo por la inmema pla-
ta1con
qt~e
te reverencia todo el
za; el cual fue
creciendo, gra-
Imperio que tú creaste, i bendice
dualmente, conforme
e}
Sol iba
los campos
i nuestros hogares,
ascendiendo i alejándose
de la . haciendo fructificar ampliamente
Cordillera.
.
!a tierra para sustel'lto del hom·
El murmullo
sagrado ganó
hre i los animales que diste vi·
Kusipata, i de Kusipata
pasó a
da.
las afueras de la gran ciudad; i
1 bebió lenta1nente la sora
pronto fue ganando
las laderas
después de vaciar unas gotas pa·
i los cerros, donde trecientas mil
ra la Mama Pacha; mientras en
bocas repetían
la plegaria con
· la aquilla de lnti se fue consu–
que el Imperio todo
glorificaba miendo, como realmente bebiqa
al Sol, i le pedía, con fervorosa
1
por el gr-an Luminar.
mansedumbre, colmara
de ben·
Las akllas llenaron entonces
dición la tierra, los hogares i los
la Aquilla del Sol, i de ella fue–
hombres.
ron llenando m-últiples vasos del
Luego redoblaron
la.s tin·
t'ico metal
para ser
repartidos
yas
i los
aucai-huáncar,
(los
entre todos los
nobles, comen–
tambores de guerra), i la trom-
zando por los hermanos del ln–
petería rompió el silencio,
i
aque-
' ka, sus mujeres,
sus hijos. sus
1la tremenda
vibración recorrió
ñustas, sus Capitanes; porque era
todos los nervios ,
ascendió por
la sora con que el Progenitor de
los cerros,
i subió a
los cielos
la Raza brindaba con todos sus
para alegrar ai Sol, Padre amo-
Hijos, por la felicidad i la gloria
roso de los lnkas i Señor de la
de Tahuantimuyu.
Vida.
Terminada la ceremonia, a-
Terminado
el himno
rel.i-
parecieron las andas del Ernpe–
gioso,
se acercaron
¡as akllas
rador i de las Coyas. Eran tan
portando aquillas de oro bruñi-
ricas, que sus destello& cegaban
do, que llenaron
de la sora sa-
los ojos. El Sol las hirió de tal
grada, preparada
con dilección modo, que pareció incendiarlas;
para
él.
i aquel incendio
se trasmitió a
Una de ellas entregó al
In~
los oros
i piedras
de los fas–
ka su vaso, de
extraordinaria~
be-
tuosos
vestidos de
aquella in·
lleza;
i
Ótra se acercó a la Pila mensa mw.l'titud semidivina, ilu–
Sagrada,
(la aquilla de hüi), i minando fantásticamente las pa–
vació el otro vaso.
El Monarca
redes de
los palacios,
que en
ofrendó la sora a su Padre, mo-
ese istante encuadraban un ma-