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La alborada precursora del

Sol, estalló

en Aukaypata, i en

todos los ámbitos

de la ciudad

imperial.

Bajo su magia, aquella aglo–

meración

fue

incendiándore

Í

convirtiéndose

en

maravi.ll

·oso

jardín. lnti glorioso

no tardaría

en aparecer,

Las ladems i ·los cerros cir–

cundantes, poblado::: desde hacía

tres días por razón del ceremo–

nial, se trasformaron también en

o tro jardín

florecido,

que fue

estirándose

i ondulando, cual si

lor mismos cerros hubieran ad–

quirido una

vida de

encanta–

miento.

Aquel pueblo

inmenso que

amaba al lnka como la realidad

viviente de sus glorias i sus an–

helos, le tendió también los bra–

zor, en sumisa actitud de adora–

CIOn

i

temor,

cuando

adivinó,

más que vió, la presencia de Sa–

pan lnka,

en la inmensa plaza

de Kosko.

En aquel preciso istante, los

sacerdote~.

en Korikancha, lan–

zaron al espacio los cóndores sa–

grados, como emisarios de aque–

l•la ciudad

de

mi~t.erio,

ante el

dios Sol.

Un sacerdote

de

la más

encumbrada

nobleza,

salió ai

m

u

mo tiempo del palacio impe–

rial, i subió las gradas del Usnu,

llevando en sus manos el Apu

Kúntur.

Los primeros

rayo!:~

del As–

tro del Día doraban ya las cres–

tas de las montañas.

Huaina Kápac

se pu&o de

pie, i cojiendo al Kúntur con to–

da seguridad,

lo lanzó fuerte-

mente al espacio, diciéndoTe:

-Apu Kúntur:

ve hasta mi

Padre, i dile que su Hijo le es–

pera para bendecirle

í

glorificar–

ae.

I se quedó de

píe, con Tos

brazos cruzados, clavando la mi–

rada ansiosa

en d divino emi–

sario.

La multitud

recojida, con

la mano en

el pecho,

pareció

detener la respiración, prera de

terrible ansiedad.

Una sola mirada

sigmo los

giros del kúntur,

que, después

de elevarr e bastante,

dirigió ei

poderoso vuelo

hacia las cum–

brP'S del Antisuyu,

por donde

todos los días Begaba a la Tie–

rra el

Sol luminoso,

para ale–

grarla.

Pronto re

perdió tras [as

montañas.

Un suspiro de felicidad

in–

finita dist.endió todos 1los pechos;

pues si el kúutur hubiera toma–

do otro camino, hubiera sido el

más cruel de los presagios .....

Los destello!:

del SOil co–

menzaron

a

quebrarse

en las

cumbres, cuando la multitud de–

lirante i con unción religiosa, se

puso en cudil'las i .}e tendió los

brazos, rea•lizando en seguida el

ritual muchanácuy, que consistía

en enviarle

besos

volados en

p>ueba de adoración.

El Sol

apareció

entonces

tan tierno i tan limpio como un

cervaü1lo retozón.

Por un segundo pareció de–

teners.e

alborozado.

El

cielo

mismo se cubrió de un azul pu–

rísimo, mientras la Tierra se es–

tremeció como

un akDla, la vir-