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-1:&5-

Ho de Adoración i de respeto.

Kosko entero se c;¡tremeció

hasta sur cimientos, p1esintiendo

tan sólo lo que pasaba en

~1

pa-

lacio de Sapan lnka . .... .

El Sol comenzó a encender

en fuego de sangre

la Ciudad

Sagrada, morada de

su

Imagen

i

de sus Hijos, cuando éstos co•

menzaron atravesar

la plaza en

direccián a

sua

palacios.

-Inti se ha puesto rojo

1-

ex–

clamó

Kusi Hualpa.

Todos- se detuvieron

un

mo-

. mento a contemplar,

asombr.a–

dos, el Ar-tro que tan extraña·

mente ensangrentaba

la Ciudad

Sagrada: les pareció un corazón

de~omunal

que vertiera rayos de

~angre.

Kéhuar Kusi se detuvo un

istanle en la

puert~

de su pala–

cio; pensó

por un momento, i

llamó a su yanakuna.,

i

le dió or–

den de llamar a Huanka Colque,

!lll

Kipu Kamáyoc, su chaski ve–

loz como una flecha; a lnka Man·

ku, su

primo hermano,

i a los

tres nobles: lnti Huaraka, Huai–

na

Ollan~ai

e

lila

Tuka, que de–

bían acompañatle a Tumpis.

lnka Manku no se hizo

es–

perar gran rato. Entró acatmpa–

ñado de Kenti,

i Kori Okllo, a

quien amaba

con delirio

d~...de

su lejana época de yáchak,-

(eS–

tudiante) .

-Que Uirakocha te gua¡:de i

te bendiga, noble hermano,- di–

jo

Manku.

-Lo mismo

te deseo, lnka,·

le contestó Kéhuar Kusi, reci–

biéndolo en el umhral del apo–

sentCt.

Claramente se veía su pre–

mura.

Ya sentados, continuó:

-Quería hablarte antes de

partir.

Bien pudiera ser que ya

no vuelva: sabes

bien que sólo

Uirakocha dispone de

la ·

Vida i

de la Muerte, por consiguiente

de la vida

de los hotnbres. Si

cuando Mama Killa haya enve–

jecido cuatro veces, ya no vuel–

vo, será porque habré muerto, i

entonces no he de volver nunca.

Los extranjeros

son tan aviesos

i traidores. . . . . .

Vendrá~;

pues.

a mi palacio i ampararás a toda

mi familia .....

ju~tos

nos he·

mos educado, paralelamente he–

mos crecido; i sólo tú, oh ·esfor–

zado

i

noble corazón, compren–

des como yo, que

se acerca el

tiempo de morir

en

defem~a

de

nuestro amado Imperio, de nues–

tro lnka i de nuestro Dios. ¡De

mor:r, pero gloriosamente! .....

-Si así lo ha dirpuesto Uira–

kocha, no seremos nosotros quie–

nes retardemos e!'e día,· dijo In–

ka Manku con serenidad.- Fui el

primero en ver el augurio fatal

de Mama Killa, seré el primero

en morir por la libertad

í

la glo–

ria de T ahuantinsuyu.

1

en cuan–

t·o

a

tí, el corazón me dice, vol–

verás, hermano; oorque juntos

veremos el día del

tr;unfo o el

dd

desastre i de la muerte.

1

ámbos ee

estrecharon

en

señal de fidelidad

í

de promesa.

Las ñustas

que acompaña–

ban a lnka Manku, i

la

pequeña

corte de KéhuaT, sintieron hume–

deceree sus

ojos con

las lágri–

mas.

Kori Okllo

ertr~chó

a los