dos valientes,
1
exclamo como
ai
fuera un uilka: •
-Y
o también moriré a vues–
tro lado, por mi Patria, por mi
lnka i por mi Dios. Al lado de
dos pumas, morir
es
subir
al
Pa–
dre Sol.
lstantea despaés pareció ol–
vidarse
todo
funesto presagio;
toda triste
preocupación con la
entrada de
~os
otros nobles.
Terminada la comida, se i–
nició
el baile que
ahora tenía
gratísimo i melancólico sabor de
despeditla.
Kosko entero danzaba tin
preocupar!le del mañana.
Sólo
el
palacio de Sapan
lnka permanecía
salencioso.
El
Emperador se había entregado a
la meditación,
i
sus mujeres, sus
a.kllas i sus
ñu~tas,
los guardias i
funcionarios
de palacio,
i toda
su
inmenlla servidumbre, pare–
cían petrificados ante el mutismo
pensativo del Monarca.
La silueta majestuosa
del
1::
mperador, se
recort~ba
nerena
i
-186-
¡.ensat•va a la luz de los meche·
ros de oro, donde las akllas ha–
dan arder el tebo
aromado de
los llamas.
J
arnás estuvo Huáskar más
bello,
~ugestivo
i más lileno de la
majestad
de sus divinos
aseen·
dientes.
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Aun la
J~ . contmúa~·
'eXI·
!iada por la So'inba de
1
Noche,
cuando Kéhuar K'u,¡, sacó del
se–
no
au
riquísimo konop¡¡ qi,Je pen–
día al cuello de finíLima cadena
de oro. Era
s.u
konopa un lucero
de esmeralda. Lo extrajo de su
minúscula bo leita de hilo de
ui–
kuña, i lo besó encomendándose
a
la
divinidad que velaba desde
~
m
por
él.
E.n
seguida
llamó a su bri –
Jiante comitiva, i salió de Kosko
por el regio camino de Kuntisu–
}U,
en direcci6n a Tum
pis.Salió a pie, en su
der.eo d o:
que los cargadores de sue. anda;;
pudierap avanzar
con la celeri–
dad que su misión lo requería.