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. .
fes he qu-erido saber
vue~
tro
¡:. ....
recer.
-Apu,- dijo Inka Ma:ta
Yu–
panki-: soi de tu parecer; ·las ar–
mas de Tos hijoo del Sol se es–
tán enmoheciencl'a.
Habló luego Puma Sonka,
uno de los más
bravos Cqnta-–
nes.
-Sapan Tnka: nuet.tro deber
r:s
mc-r:r por tí
i
por nuestra Pa–
dre
e'!
Sol.
Nuestros
nadr,.~
no
admitieron
n u n e a
.disyuntiva
c·ua~do
roe
trataba de las glorias
del lmperío.
Pero la mayoría pensaba en
adoptar una actitud de diploma–
cía. Por eso dijo por
1a
boca
ele
rnka Kúchun
~
-No es que tengamos miedo
rfe los blanco!l,
ni que amemos
la comodidad
de las palacios;
pero
hemos cl'e
reflexionar
en
que las
órdenel;
impartidas a
lnka Atau Hualpa
han fracasa–
do:
~os
kitus no han podido con–
tenerlos, i antes, han sido
destt:O,
zados. Se dice que los guerreros
han caído como segados por la
~ ~
1
..
r"-
de ""'
dios desconocido.
L\cat•'J
~ean
los extraños !!ifres a–
nunciados por los oráculos anti:–
guos; i si son ellos, lo!> que haa
de destruimos, más no!l vaJdría
atraerlos
con Ínteligencia
; nó
eon fuerza: quizás así !lea nienor
el
daño que suframos.
-Sí:-
continuó Apu
''···'l·
man-, el más gallardo de los In–
kas-: yo también pienso que de–
hemos recibirlos
con · !hospitali–
dad, para at.raerlos
i
conocer así
el geereto que los
trasforma
en
inveneibfes, para
luego destruir•
los
con
.sus
mismas armas.
lnka Manku habló en segui–
da. Los años habían hecho de
él un joven gall.a.rdo, hermo.
o
i
fuerte. De
regul.are::.: atura, era
enérgico
í
museuloso;
i
bajo
la
túnica dorada, vibraban los ner–
vios
e~
o
loe
de
un puna di ,_
puesto a brava lucha.
Una
ex~
presión de dulce i
~erena melan~
colía
daba
a
su
rostro una
ruavi~
dad luminar que lo hacía doble–
mente
símpático.
Su
palabra
fluía
c'Omo
el cantar de un
arro~
yo.
-Apu,- diío :- sin duda algu–
na íremos
a
la
guerra; nos exi–
pe
así la seguridad del Imperio,
la honra de tu divina
per~ona
Í
la gloria de nuegtro sagrado
Pa–
dre.
Después de una amplía
de~
liberación, en
que
se cruzaron
o~
pued:'os pareceres, Huáskar termi–
nó el Consejo, con
la
voz del
E.mperador, que
era la: palabra
rfe
la
divinidad.
-Que Uíllac Urna consulte
de inmediato
al Padre Sol. Ire–
mos
al
templo,
í
seguiremos man-
1-amente
su
voluntad.
Comenzó a calentar
el
Sol
del siguiente día. i la gente fue
afluyendo hasta
las
inmediacio–
nes de Koríkancha, hasta donde
le e'ra permitido al -puel-.'..,
a,.~r
c~rae
al temolo de
la
divinidad.
Unlae Urna
i
inultiturl
.:J ..
$8Cerdotes menores, dispusieron
todo lo necesario para
d
saeTÍ ·
ñeio. Miles de nobles fueron
Ue–
na"do
el
soberbio
temolo,
d~~pués de reverenciár rendidamen–
te al Padre de la Raza, en a.cti-
•