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- l8Z..

. .

fes he qu-erido saber

vue~

tro

¡:. ....

recer.

-Apu,- dijo Inka Ma:ta

Yu–

panki-: soi de tu parecer; ·las ar–

mas de Tos hijoo del Sol se es–

tán enmoheciencl'a.

Habló luego Puma Sonka,

uno de los más

bravos Cqnta-–

nes.

-Sapan Tnka: nuet.tro deber

r:s

mc-r:r por tí

i

por nuestra Pa–

dre

e'!

Sol.

Nuestros

nadr,.~

no

admitieron

n u n e a

.disyuntiva

c·ua~do

roe

trataba de las glorias

del lmperío.

Pero la mayoría pensaba en

adoptar una actitud de diploma–

cía. Por eso dijo por

1a

boca

ele

rnka Kúchun

~

-No es que tengamos miedo

rfe los blanco!l,

ni que amemos

la comodidad

de las palacios;

pero

hemos cl'e

reflexionar

en

que las

órdenel;

impartidas a

lnka Atau Hualpa

han fracasa–

do:

~os

kitus no han podido con–

tenerlos, i antes, han sido

destt:O,

zados. Se dice que los guerreros

han caído como segados por la

~ ~

1

..

r"-

de ""'

dios desconocido.

L\cat•'J

~ean

los extraños !!ifres a–

nunciados por los oráculos anti:–

guos; i si son ellos, lo!> que haa

de destruimos, más no!l vaJdría

atraerlos

con Ínteligencia

; nó

eon fuerza: quizás así !lea nienor

el

daño que suframos.

-Sí:-

continuó Apu

''···'l·

man-, el más gallardo de los In–

kas-: yo también pienso que de–

hemos recibirlos

con · !hospitali–

dad, para at.raerlos

i

conocer así

el geereto que los

trasforma

en

inveneibfes, para

luego destruir•

los

con

.sus

mismas armas.

lnka Manku habló en segui–

da. Los años habían hecho de

él un joven gall.a.rdo, hermo.

o

i

fuerte. De

regul.ar

e::.: atura, era

enérgico

í

museulo

so;

i

bajo

la

túnica dorada, vibraban los ner–

vios

e~

o

loe

de

un puna di ,_

puesto a brava lucha.

Una

ex~

presión de dulce i

~erena melan~

colía

daba

a

su

rostro una

ruavi~

dad luminar que lo hacía doble–

mente

símpático.

Su

palabra

fluía

c'Omo

el cantar de un

arro~

yo.

-Apu,- diío :- sin duda algu–

na íremos

a

la

guerra; nos exi–

pe

así la seguridad del Imperio,

la honra de tu divina

per~ona

Í

la gloria de nuegtro sagrado

Pa–

dre.

Después de una amplía

de~

liberación, en

que

se cruzaron

o~

pued:'os pareceres, Huáskar termi–

nó el Consejo, con

la

voz del

E.mperador, que

era la: palabra

rfe

la

divinidad.

-Que Uíllac Urna consulte

de inmediato

al Padre Sol. Ire–

mos

al

templo,

í

seguiremos man-

1-amente

su

voluntad.

Comenzó a calentar

el

Sol

del siguiente día. i la gente fue

afluyendo hasta

las

inmediacio–

nes de Koríkancha, hasta donde

le e'ra permitido al -puel-.'..,

a,.~r­

c~rae

al temolo de

la

divinidad.

Unlae Urna

i

inultiturl

.:J ..

$8Cerdotes menores, dispusieron

todo lo necesario para

d

saeTÍ ·

ñeio. Miles de nobles fueron

Ue–

na"do

el

soberbio

temolo,

d~~pués de reverenciár rendidamen–

te al Padre de la Raza, en a.cti-