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~~~ ~z

la

Dic'ha

}e

ltegara en

la torma de un

verdadCl'o

bu–

col

Buscó el mejor acomode

en

el pequeño médano;

~etiró

del

mar la vista,

i

se

adentró en

si

mísmo.

El

hambre

i

el

insomnio

<le tantas noches desveladas, ' le

cubrieron

al

fin

con la

caridad

del

máa

profundo

$tlefio.

En

el ·rato que sus nervios

~gotadQs

le dejaron dormir pro·

fundamente.

soñó

en

8U

buque

favorito;

lo vió llegar; pero él

estaba sano, alegre, veetido -cen

sus mejores

gala~.

i mandaba

con su acostumbrada autoridad

Je llevasen hacia

el

sur.

Loo mosquitot

infernales

le

<Juitaron

la

dulzurtl de ese sueño.

Despertó. Tenía pesada

la

calte–

.za,

i

un sopor insoportable ma–

l

eab~

IRilS

sentidoS.

Se sacudió

los

nervios,

i

con los ojGs

~esmeSQradamente,

abiertot, miró

la nave

de sus

>·ueños, porque

se creyó

habe-r

estado viviendo

la

vida

vulgar

de

la

realidad.

1

¡oh, qué dicha!,

sus ojos

' ontemplaron esa nave•. . •.•• .

Se restregó los ojos, -creyéndola

v¡s•on

de

!U

extravío, i al

abrirlos,

oyó las voces

de sus

ocompaiiieros que g¡-itaban -cBmo

niños:

-¡El buquel .. . ,.,

-¡El buquel. ..••.

Se puso de pie,

azora-do.

~us

compañeros

le rodearon;

i

Cl)

contemplar el buque tan an–

:

·ado, como

ansia el

enfermo

,l,Nvelado el amoroso Sol de la

nmñana, cayeron

de

rGdi.llas

i

e

omenzaron

.a

rezar.

Martín

Felipe

i

&as ttea ta–

huantmsuyus, umtaron con toaa

aencii.J.ez

;

a

esos hombres qqe en

tanto tiempo

i

a traV1éa

de

aus

penurias, no les

habían tratado

m

SlQULera con la

!a::~.lma

que

in~·ra

un perro, símbolo de la

am1stad leal.

Apenas

ancló

el

·buque,

cuando Bartolomé ·

Ruiz,

bajé

sus botes

!

se echó

a

tierra

con

su lnpuJaclón, en d.recei6n a sus

esque.e••

-..:tóos

cu1np~u.-ro.>.

Con gran ter.nura los abra·

i nadie pudo contener las

lá–

grimas.

Apenas

podía

reconocer en

esos esqueletos

a

sus abandoaa•

dos compañerod .... . .

1

w

tristeza

llegó a su colk

mo, cuando

echó de menos a

Pedro Halcón

1

a Mar tín

ck

Paz: -sin duda habían muerto de

hambre.

~-egÚn

la fiebre de con..

runción de sus pobres compañe–

ros.

Pero

se repuso

un poco

cua:1.do

le •lijeron que aún vivían,

11unque gravemente enfermos.

Con la solid:ud •'e una

ma~

dre car:ñosa,

sacó

abundante:;

provisiones para sus

con~patr.'o­

tas.

Estos comieron como

~1iño~

golosos que saborean J.n manjar

tanto tiempo deseado. Luego he·

b~eron

del reconfortante vino d{

Jer~z.

i Bartolomé Ruiz se preo–

cupó, entonce3, de proveey}e:J de

vestidos.

-¡Comed,

valient~s

comt>a·

ñ~ros,-

les decía cariñoso.- Ple·

gue al buen Jesús que aquí ter·

'ninen nue{tros infortunios.

Todos .le miraban, lo

mism~

que a

'!Gs

eompa.i.ier<:t~

que les a•