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plantas, el aire de su atmósfera;

nuestras

raíces

animales están

davadas en su seno; por eso nof.l

atrae como el imán al hierro 1.

Pronto la Soledad tendió su

manto encima de esos hombres,

que no se movieron, petrificados

aLlÍ, donde los dejaran

lo~

bu-

' t;¡ues, hasta que estos parecieren

simple::. puntos negros en

el

hori·

:mnte del mar.

Pizarro, visiblemente preo·

cupado con el porvenir, llamó a

sus

hombres.

•He resuelto dejar este lu·

gar,·

les dijo.-

Ahora

me~mo

buscaremos maderos

i haremos

una balsa. Nos trasladaremos a

la pequeiía isla que está. de aquí

cosa de veinticinco

leguas, más

al norte,

i lo bastal'\te lejos de

la costa para no correr el riesgo

de loi indio&. La ecperanza me

dice oue acercándonos

a Pana–

má,

~endrá

más pronto el auxi–

lio.

Tod:>s convinieron en que

ia idea de Pizarro era la mejor.

Dt sde entoncer., las órdenes de1

'·alíen ·e Capitán,

fueron a::epta–

das sin

1,.

~ás

mínima discusi6n.

Nadie podía

pen!lar mejor que

él.

-Nadie más que vos, manda

en nosotros.- le decían.

Apenas terminada la peque–

ña

b;~lsa,

".,. embarcaron los tre–

ce compaT'ieros

Al despedirse de la malha·

dada Isla . no pudieron impedir

qu~

una lágrima

nuMara su

vi·

€1ión.

Allí habían,

sí, sufrido lo

indecible, pero no podían aban-

donar s•

.n

pena

aquel

escenario

de tantos reveses, tantas esperan•

zas perdidas,

i lo que e1a más,

aquel tea .ro donde habían juga·

d(i) su futuro,

en un

gesto de

grandeza gue, de ser por la

Li·

bertad i la justicia, habría llega–

do al mundo como el gesto más

puro de heroísmo i

de

martirio,

El hombre no puede aban–

donar sin pena

~1

hogar donde

ha vivido mucho tiempo, por más

que hubiera sido· el lugar de sus

miserias; i desgracias.

1

~so

sea

más por esto:

1'1 dolor atrae a] hombre con la

fuerza irresistible de un abismo;

<.>

como atrae

el peligro por un

i! tinto de curiosidad, que no es

propio solamente

de la mujer,

porque es la esencia del

espíri~u

del !hombre.

-'

¿Acaso

no fue

curiosidad

ei primer paoo ded hombre sobre

el mundo? Curiosidad de cono–

cer; curiosidad de curiosear ....

1 es así como por curiosidad

descubrió Colón la América: por

curio::.idad

inventó Crookes su

ampoIda, i el sabio Roentgen ' los

1

ayos ultravioleta; por curiosidad

tncendió

Edison

la

ampolla

1

dió voz a la materia inerte; por

curiosidad voló Santos Dumond

i los hermanos Wright; por cu·

tiosidad uitrahumana,

los divi–

nos sabios de la humanidad nos

han hecho

gozar del

radio, la

fotovisión,

la televisión

i

todas

las maravillas

de la

radiodifu–

sión, i han tenido

.e.\

fantástico

atrevimiento de 1:1na realidad ul–

traterrestre, de pesar les soles

i

los átomos, de conoCer el bom–

bardeo de

los electrones

i

mos-