Table of Contents Table of Contents
Previous Page  206 / 228 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 206 / 228 Next Page
Page Background

. rss.

11aha cada vez más suave i hos–

pitalaria. a medida que se avan•

zaba hacia el Sur,

i

que mui bien

harían en dirij.r su nave directa·

mente hacia Tumpis,

donde él

(,Ontaría que ello:;,

los blancos,

no trataban de hacerles daño, i

convencíéndotes que buscaban el

bien de los indios, les haría que

los reciban como a dioses.

·En mi tierra no se conoce

la maldad,· les dijo.· El peregri·

no es particularmente amado. A·

llí seréis reverenciados. . . . Ama

súa, ama Hulla,

ama kella, ama

huanúchik,·

terminó

diciendo i

reprimiendo malamente un gran

suspiro.

Con qué

fruición

pensaba

Martín Felipe en su tierra ama·

da

1

El i Runa, su

compañero,

volverían a ver

la hermosa ba·

hía donde se tendían al Sol, se·

midesnudoo, sobre la arena fres–

ca en los días de pesca, la blan·

ca ciudad con la fortaleza gigan·

te

que le protejía como un cÓn·

dor a

!'U

nido; el templo de su

Dios, que el agua

del bautismo

no había logrado lavar

de

su co·

razén, ; rnás que todo,

su

hogar,

donde veía en su imaginación, a

su madre

entristecida

por una

ausencia forzada;

a su pa.dre i

hermanos; a sus amigos;

i

en fin,

~uf·,

sembríos; los matorrales del

bosque, donde

tiernas

cuculíes

cantaban tan dulce

i tan tierna·

tnente . .. .... .

l

al borde azul

de la ace·

quia que iba a regar los yucales,

YeÍa Martín Felipe, ahora cristia·

no,

a

la

hermosa Kellua,

por

quien había suspirado tanto tiem·

po.

EUa estaría a esta hora la·

vando

la

blanca

ropa famiJiar,

mientras

él continuaba en una

esclavitud que acaso no acabaría

nunca.

Había días

que la

tristeza

le invadía. Entonces los españo·

i.es

le colmaban

de atenciones,

las que fueron multiplicamlo, a

m

e d i d

a

que

se

acer.caban a

T umpis.

Parecía que anhelaban

marearlo con

f,US

halagos.

·Te llevaremos con nosotros

a España,· le decían. Verás Se·

villa; conocerás Granada; verás

al

Reí, nuestro Señor

1••••••

Martín Felipe sonreía.

Su

dicha estaba en Tumpis.

Sin embargo la gratitud de

aquel buen trato,

formó

én

su

corazón tela de araña,

i

en ella

se quedó

enredado. Era al fin

Tahuantinsuyu,

sencillo

i

puro

como un arroyo de las Punas.

Después de

al~unos

meses

doblaron la punta deJ mar, que

llamaron Santa Elena,

i

]os ojos

de los aventureros se extasiaron

en el hermoso Golfo de Huaylla

Killa, en cuyas orillas

se

levan–

taba hermosísima ciudad.

Desde allí divifaron, en la

bruma, el imponente Chimpu Rá·

quik, i el estupendo cono del te

rrible Cotopacsa,

en ese tiempo

c.ubie,.f:o con su chuku blanquí9i·

mo de nieve; pero

no obstante

ímo de los volcanes más activos

de América.

La

formidable

cadena de

los Antiu,

se

perdía sin fin entre

la bruma de un azul volcado de

los cidlos, formando un caos de

montañas, de laderas, de mese·

tan

i de abismos . . . . . .

1

míen·