que le quedaba
profundamente
ag~adecido
..... .
Si los tahuantinsuyus mira–
ron con curiosidad a los españo–
les i su buque, éstos miraron asi·
mismo las alhajas de los nobles,
i especialmente el llama, que por
primera vez veían vivo,
¡
al que
llamaron "el pequeño camello de
los indios", admirando
su lana
que daba abundante material pa·
ra el vestido de las gentes.
Apenas regresaba la emba–
jada portadora de tan riquísimos
pre~oente$,
i cuando más absortos
er:.aban en
sus pensamientos i
[ US
planes, vieron
venir una al·
madía lujosa i r"camente atavia–
da, con un emblema
recamado
· de oro, que brillaba con el Sol.
-¡Qué es esto
f.
exclamaron
con temor los españoles.
En ella iba Kéhuar Kusi, el
más hábil i el más valiente em·
bajador de Tahuantinsuyu.
Con la majestad augusta de
los lnkas, iba
de pie, apoyado
en su champi
o cetro
de oro,
símbolo de su autoridad i de su
rango.
Iba engalanado con fastuo·
sa túnica multicolor
i recamada
ele oro i pedrerías; las usutas su·
· jetas con cintas bordadas de bru·
.ñida plata; el llautu i los sober·
bios pakus de oro que daban a
:<u fisonomía una hermosura sin–
~ular,
i adornaban su frente dos
hermosas plumas rojas.
Martín FeJ.ipe hizo presente
que aquel ilustre huésped era un
!nka, acaso pariente del Monar·
ca; por lo cual
Pizarro, ordenó
recibido con
todos los honores
•·•1e conespondían al embajador
de un gran Imperio.
Los españoles le recib:etnn
con grandes muestras de respeto.
invitándole a subir al buque, con
toda su comitiva.
El
lnka subió laa escaleras
con tal naturalidad, como si to–
da su vida las hubiera tenido al
alcance de
su
mano.
Otro t a n t o
hicieron lnti
huar~ka
i Huaina Ollantai, cuya
pret.tancia no cedía en nada a la
del noble embajador.
Pizarro les recibió sobre cu·
bierta,
saludándoles
con toda
corte~•Ía,
por intermedio de Mar–
tín
Felipe.
-En nombre de mi Dios
i
de mi Rei, os presento mi salu–
do,· díjolea.- ·Mucho me placetá
!:aber que
la salud
de vuestro
Emperador es buena, i os encar·
go presentarle mis rendidos ho
menajes.
Los extranjeros también les
salu4aron cortésmente
i
a cierta
dit tancia respetuosa.
El lnka exclamó con sobrie–
dad de frases:
-T r.aigo misión de paz
i
de
amistad. Que Uirakocha conserve
a Sapan
lnka, i le sea grato tu
homénaje.
Ni Kéhuar, ni sus Capitanes
ni rus hombres,
portaban arma
2.lguna.
i
eso tranquilizó a Piza–
rro i a su tropa.
El
lnka,
estudiadamente,
manifestó r,u curios:dad por co–
r.ocer cuanto había en el ·buque
de los
extranjero~.
i
es:udiad:1·
mente fing' ó
no hacer
caso de
los
soldados
españoles, ni de
sus brillantes armaduras.
Pízarro fue
ex¡:>.l'icando el