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f9Q~
El rnka que mandaba aqUé•
tlas barcao Jos invitó a subir a su
almadía.
Los guerreros no
dejaran
de manifestar cierta curiosidad a
la vista de Jos hombres blancos,
í
sobre todo de volver
a
ver, a–
Oí,
a Karúnthak, hoi baUtizado
con el nombre de Martín
F'
elipe,
así comO'
a
Runa Huailla, que,
mudo, saludaba rendidamente
al
capi'tán de
los
guerreros.
AqtN~l
contó
al Noble ke·
chua fa forma cómo fue cojido
por ros blancos
i
la extraña vi–
da que llevaban;
pero el temor
de
la presencía de éstos, le
ob~i
gó
a
elogiarlos, i
a
callar los crÍ·
menes que los había victo come·
ter.
Alcontrarío, se esforzó má.>
f-n
demostrarl.eDsu superioridad,
pi
ntándeler concolores exagera–
d'os
su poder
extraordinario,
i
su divinidad'
qué
los nacía irre–
sistibles.
Desde entonces
Tos
ad'uló
g.(o~onamente.
Inka nia Tuka
escuchó con
2tenció·n al tumpís. Deseaba ea–
ber también
qué querían aque–
llos extranjeros. L e v a n t ó su
<
hampi, i se encaró a Pizarra.
•¡
Qué quieres, extranjero en
nue!l'·ras
tienas~-
dífo1e,·
¿(
a–
dónd-e vas con
tanta aparato i
tanta gente
armada~
El Capitán
español saludó
c-ortésmente al Capitán kechua,
í
le explicó que venía de muí le–
jos con deseo
de ponerce a las
órdenes de
su Monarca, i ofre–
cerle su amistad;
i le rogó, por
medio
de su intérprete, que te–
gre~
ara
con él
i le
llevara a
Tumpís.
El lnka, con la mísma
~or:tesía de
su interlocutor, man͕
festó que eso era imposible; que
las órdenes
de Sapan
lnka se
cumplía
írrernisibJemente;
que
iba a la Puná a reforzar
la
guar–
nirión de
aquella
fortaleza,
í
que, no podía regresar antes de
haber cumplido
su
misión.
~La
muerte espera al osado
que
va
contra la
voluntad del
divino Hijo del Sol,. acabó por
t.xpllcar.
Era que llegado- Kéhuar
Ku·
!JÍ,
se había resuelto reforzar las:
guarniciones, en previsión de
un
a~aque
de los blancos.
Pízarro rogó
de nuevo que
a
I
menos enviara alguno de sus
hombreS' a dar avíso a Tumpis-.
que iba a visitar· al Tukuiríkuc,
i repitió que no le movía ningún
deseo de nacer daño a nadie, si–
no de conocer e-l País i ofrecer·
le so amistad i sus nuevas
serv1·
cios al Emperador.
Luego agregó:
-Esperamos
de tu amabi]i:.
dad, algunas provisiones.
De este modo quería en–
contraT propiCÍO!I
a los nobles
Í
a su pueblo.
El' Inka,
pensando
que el
Íncidente aquél era un decre' o de
Inti para facílitarle
hacer llegar
a tiempo noticia tan extraordina–
ria, a fin de preparar el ánimo
del Tukuiríkuc
i del embajador
de Kosko, accedió i les envió un
mensaje, en una de Las barcas..
La distancia no era grande,
i pronto _estuvo la embajada en
Tumpis.
Entretanto los españoles ca·