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CAPITULO XXVlll

Cantó el primer gallo pot

primera i única vez

en

la

solí'.'a·

ria Ir.:la de La Gorgona, i Pizano

despertó

a

los cuidados

del ma–

i•ana. Desde esa hora no (>udo

conciliar el sueño.

Así

es que

a–

penas los primeros resplandores

-del alba azulmarina

penetrar.on

.

~n ~u

.tienda,

se

levantó pausada–

mente.

Y

a

en pie

se

persignó según

-castumbre:

-En

el nombre

del Padre,

del Hijo

i del

Espíritu Santo.

Amén.

· •

Besó el

crucifijo

que llevaba

::obre

el

pecho, pendiente de un

t:ordón que era el "bendito" de

la postrera fiesta de Santiago

A–

póstol, de

su

Patria,

i

se

engala–

nó con sus mejores atavíos comQ

para asis!tir a una cet:emonia.

El Sol comenzó

a desunte·

mecer la tierra i los españoles co·

menzaron abandonar la lsla que

a¡::·odaron

El lnñerno; dejando

sinembargo alli a los dos com·

pañeros moribundos a cargo de

dos de los

tahuantipsuyus, que

sólo entonces rubieron a la cate–

~bría

de "amigos"

de

los espa·

ño~

·Vosotros, como .fieles ami–

gos, velaréis por nuestros herma·

nos que se quedan,· díjoles Piza-

nll> un tanto ·conmovidb.

Los

pobres

tahuantinsuyú:s

se quedaron tt:istes. Con los ojos

turbios por

salobres

lágr~imas,

vieron partjr

también a KarÚn"

chak, hoi colocado

a-

gran distan•

cía

de ellos,

i

a Runa Huailla,

que iba

ya

tartamudeando el

castellano.

La navegación, a pesar de

los

vient~s

siempre

contrarios.

fue fe'liz, aunque ·demasiado

len–

ta. La coniente inexplicable i en–

teramente misteriosa, ya experi–

mentada anteriormente, les obll·

abrirse hacia altamar.

Pasaron cerca a la

l~la

del

Gallo, de tristes pero también de

impereceder,ós

recuerdos,

diri–

jiéndose más francamente hacia

el

oeste.

El

viento

fue haciéndose

más suave, i navegaron de nue •

va hacia la costa.

Así fueron

viendo, sucesi–

vamente, todos los lugares

don~

de otras vecefl habían ya estado.

Divisar;on Tatámes

i

el Ca•

bo Pasao, límite

de la navega-.

ción

d~

Ruiz. Pero nada hicieron

por dese'ffibarcar en aquella cos–

ta que otrora les fuera tan Inhos–

pitalaria

i

tan hostil.

1 es que Martín Fdipe les

había dicho

qu~

la

~asta

se

tet'-