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za.
Era Hernando
de Luque,
c11ra de Panamá.
Como todos
los curas, te–
nía gran influencia
en la desa–
rrapada Colonia i en su Gober–
nador, el famoso Pedrarias, i lo
que
es más
edificante,
tenia
bastante dinero.
Francisco
Pizano
era un
soldado
ignorante,
venido de
Panamá a órdenes
de Balboa.
No sabía trazar ni un garabato,
ni conocía
la O por redonda.
Pobre, como
todos
los
"caba
lleros"
venido!:
de España en
busca de los tesoros de Améri–
ca. no tenía más acendiente que
el haberse deshechG de
llu
mana–
da de cerdos,
huyendo, como
los ótros, en pos de riquezas.
Pero tenía
por patrimonio
su valentía,
que no tenía
rival
cuando se trataba del oro.
Como
todos los
hombres
de aquella época i de su medio,
era un creyente
poco· distante
de lo fanático;
pero por sobre
todo, era un avaro. del oro, por
el cual, fácilmente dejaba a un
lado
ni
Religión,
i no vacilaba
tn escupir su palabra i torcer su
amistad.
Su
compañero, Diego de
Almagro, era otro soldado igno–
rante que ni siquiera sabía quie–
nes fueron sus padrer., e ignorán–
dolos, tomó
el apell.ido de Al–
magro, nombre de la ciudad en
que nació.
Pequeño, feo,
i
hasta anti–
pático en su figura,
tenía ama–
bles modales, marcado despren–
dimiento
por el hogar, i mani–
festaba cierta sinceridad enme.dio
del fárrago
de bajas
que animaba la vida
llos hombres.
pasíone~
de aque-
Mientras Pizarro era astuto,
cauteloso i disimulaldo, Almagro
era atropellado
i
violento,
sm
tratar
de disimular
sus pasio-
nes ..... .
Hernando
de Luque
lo3
recibió con esa melosa amabili–
dad propia del
'.'pastor de al–
mas". Su
bonete curial
contri–
buía a dade un aspecto especial
de bondad, un tanto afectada.
Señalando dos sillas, convi–
dó a los soldados
a que toma–
ran asiento i a expresar el mo–
tivo de su visita.
-Hablen, hijos:
¿qué cosa
les trae?
Pizarro tomó la palabra.
-Bien fabe
vuesa
paterni–
dad cómo
en nuestra
Cólonia
se comenta con todo calor sobre
la real existencia de un gran Im–
perio situado hacia el Sur.
"El
caballerC\
Andagoya
trajo datos auténticos,
i de en–
tonces
a est3 parte,
lo~
indios
que vienen
en
bu~ca
de perlas.
nos han confirmado
con datos
reales, sobre
la existencia i ri–
queza de ese Imperio fantástico,
que
se presta para
hacr cuen–
tos".
"Nosotros estamos resueltol3
a
de~cubrir
i conquistar esas tie–
rras donde
el oro i la plata a–
bundan en tal medida, que bien
rodrían llenar,
según entienden
los entendidos,
las arcas vacías
del emperaaor
de Trapif•onda.
Pero nos falta
lo principal que
vos lo t:enéis de sobra: e) dine–
ro para equipa;: los buques sur-