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-120-

t'

ás existe un

Imperio. donde

se come

i se bebe

en p!atos

i

vasos de oro i de plata.

1 el oro, religión i estandar–

te de esos cruzado!:, dió a Bal–

boa el ánimo i el ensueño para

trasmontar el Istmo de Panamá,

con su puñado de aventureros.

En efec•.o: pocot' días des–

pués, desafiaban las penalidades,

el hambre, el cansancio, las en·

fermedades i ha[ta la muerte; i

trasmontaron la ágria Cordillera

en busca de

1

más famoso lmpe·

rio que codiciaran

lo~

hombres.

Der.pués de

largos días de

sufrimientos, el 15

de noviem·

bre de 1

S

13, nó el l.nperio so–

ñado, sino

el Océano inmenso,

se extendió ante

su~.

ojos.

Fue

u~a

desil usión para él,

que no buscaba el agua salada;

pero maravillado e impresionado

de encontrar un nuevo Océano,

no imajinado jamás, se sintió hé–

roe de las leyendas

caballeres–

cas, i desenvainando su espada,

i levantando en la otra mano

el

e~tandarte

de los Reyes Católi–

cos, penetró

en el Mar, i tomó

posesión de él, con palabras al–

tiwnantes, propias del c¡¡.ballero

andante ....... .

Pero como para felicidad, i

como para calmar

su ambición

disgustada, a poco descubrió u–

nas

embarcaciones,

en las que

viajaban unor hombres extraños;

láciéronles señas, i entre maravi–

llados i temerosos, los españoles

vieron venir

esas

naves

que

pronto fueron varadas en las ori-,

!las del mar. Saltaron los hom–

bre~.

a tierra, i encarándose con

los b!ancos, averiguáronles quie-

nes eran

i

de dónde venían;

en cambio

ellos, por

io poco

que Balboa pudo

entender por

su 1engua, 1e hicieron saber qu

'!

eran -pescadores de perlar,,

i le

confirmarrm en la existencia del

fabuloso Imperio

en cuya busca

ven'Ía.

Vestían túnicas de algodón

de vistosos

colores,

adornadas

con dibujos

de aves

i peces,

i

t.ambién de un raro

animal que

los españoles

en su ignorancia

a?.emejaron

al dromedario. Di–

cho animal era

el

llama de Ta-

huantinsuyu ..... .

Desde entonces Balboa con–

:::a~ró

su pensamiento a costruir

unos buques ,

en los cua:les ha·

cerse

a la mar en

busca del

~antástico

Imperio, cuya distan–

cia estaba

en el más profundo

misterio.

l así fue que- un día inolvi–

dable para

él i los suyos, des-–

rué~

de escuchar

una misa so·

!P-mne en las playas del Golfo, i

de despedirse con la unción del

que cabalga hacia

lo ignorado,

se embarcaron, emocionados i re·

ligiosos,

i bogaron

con rumbo

hacia el Sur, en sus barcos pe–

queños, que a ellos

les pareció

imponentes

1

maJestuosos.

La costa más abajo, r.e pre–

sentaba cubierta de una vejeta·

ción tropical

de árboles gigan·

tescos,

i tupida de

lianas que

impedían ver más allá ..... .

Después de penosa navega·

ción, Balboa ordenó acercarse a

la playa, en busca de una bahía

para desembarcar

i explorar el

lugai.

Un ligero campo abierto se