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lanzaron sobre los pequeños ca–
chorros, i sin sentir sus zarpazos.
lograron cojetlos.
-Irán al vivar de las fieras;–
dijo Auki Atok.-
Serán la ale–
¡,;ría de Sapan Inka. Llevémos-
los
a
mostrarlos! ..... .
Los kollas
se sintieron feli–
ces: Sapan lnka iba alegrarse en
su nombre.
•
Retiraron el cuerpo del com–
pañero a un lugar
conveniente
para enterrarlo después, con los
honores que merecía.
Así
continuaron
luchando
con el resto de pumas, zorros i
ot.ros animales
dañinos,
cuyas
pieles
[.e extrajeron con
toda
destreza para
ser debidamente
beneficiados
para
adornar los
palacios del Monarca
sus no–
bles.
Una vez libres
de los ani–
males feroces,
se estrechó más
el cerco i se comenzó a laciar a
los tarukas i a los huanakus.
Se esquiló a los huanakus,
i
a todos los animales
se les fue
wmetiendo a una selección rigu–
rosa.
-¡Orko!
(¡Macho!) ..... .
Tierno i hermoso . . . . . Quedará
para padre;- decía lnka Púkllak,
pasando la
voz a los Kipuka–
máyocs.
-¡China
Komi!
(Hembra
machorra!):- decía Apu
Huá~uk;
i
le entregaba
al kuraka, para
ser degollada.
-¡Orko machu! (Macho vie–
jo!) . . . . . . Inservible!
-¡Huahua! ..... ¡Chinacha!
(¡Cría!). . . .
(¡Hembri-
la!) ..... .
1
así iban clasificando hua-
nakus i tarukas.
Los Kipukamáyoc
iban a–
r.otando
con minuciosidad ex–
quisita, todos los animales, como
si fueran domésticos.
Los iban
dasificando en kipus diversos i
anotando en los
nudos, el nú–
mero de
cada clase
i especie.
En el próximo chacuy se compu–
taría el aumento.
Apu
Yachaska, presidía es–
ta anotación minuciosa .
Era el
más
grande Kipukamáyoc
de
T
ahuantinsuyu. El sabio que [a–
bía cifrar i leer en los kipus, to–
das las
cuentas de los ·ganados:
el censo de todos
los pueblos;
las
defuncioner
i
nac1m1entos;
los recuerdos gloriosos; i en fin.
toda la Historia
i loe adelar.to3
científicos de los Hijos del
Sol.
Insigne ¡;nae!'ltro
de la Y
á–
chai Huasi,
!
enía en Kosko a
su
~argo
toda una
enciclopedia de
kipus en los que diariamente
a–
diestraba
a numerosos
insigne,;
discípulos ..... .
Así
se fue procediendo con
aquellos rebaños salvajes, hasta
dar cuenta
de todos sus indiví·
a u
os.
Terminada
la
cacería.
se–
repartiría la lana
entre toda la
muchedumbre; lo mismo se
ha–
ría con toda
la carne,
que
el
pueblo
guardaba,
haciéndola
charqui, para comerla en el ho-
gar como un regalo
de Sapan
lnka i como un grato recuerdo
de aquella fiesta tan llena de i–
nolvidables
i heróicos
inciden–
tes.
De fas regiones
heladas
se
enviaría la lana
de las uikuñas,
a Kosko. para los vestidos del