Table of Contents Table of Contents
Previous Page  132 / 228 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 132 / 228 Next Page
Page Background

. J

f

4..

Los hombres comenzaron a

desenvolverse en larguísimas fi–

las, gritando de

vez en cuando

para espantar

todo animal que

estuviese metido en

eJ

monte i

en los breñales.

En efec:. o:

por las laderas

fueron saliendo numerosos taru·

kas que pronto formaron verda–

deros rebaños que deleitaban la

vista de los lnkas

i de su pue•

blo.

Al mediodía,

lnkª T aruka

tropezó con unos

pumas escon–

didos entre los matorrales. Sus

hombres los corrieron a huaraka–

zos, i pronto

fueron

subiendo

por los peñascos del frente hacia

el lugar de la cita.

Del lado

de la

quebrada ·

del Chilko,

numerosas partidas

de hermosos huanakus fueron sa–

liendo en

suave carrera.

Con

los cuellos erguidos i su prestan–

cia marcial,

parecían

ejércitos

koskos marchando

al

encuentro

de su rival.

Así fueron

avanzando

los

hombres hasta que al fin logra–

ron rodear toda

la extensa re–

gión, ernoujando

todo

animal

hacia el centro.

La Tarde

se fue iniciando,

cuando el Monarca

aparec1o en

la

meseta, rodeado de

toda su

Corte.

La multitud

se dió cuenta

de su presencia.

por el deslum·

brante fulgor de sus andas i el

brifto

de

su comitiva de semidio•

ses.

Apagado murmullo

le sa–

ludó con

toda veneración . Su

pueblo le amaba por su manse–

dumbre

misericordia,

como

amó

a Huaina Kápac,

el

má&

noble

i

más

grande Emperador

de T ahuantinsuyu.

Desde la

altura contempló

Sapan

l~ka

la cacería . Rebaños

enormes de tarukas

i de huana·

kus, . daban la impresión de ga–

nado doméstico arreado por sus

pastores para esquilarlos.

Ue vez en cuando se veían

·Jos pumas sal!ar de los matorra•

les, dando salvajes

rugidos que

remedaban las peñas.

Más acá,

el

zorro taimado

se acurrucaba

como

un perro

dañino, después de medir

los

senderos con

su carrera veloz.

Ahora ladraba

a los hombres

i

continuaba por un sendero esca•

broso, acezando

largando la

lengua.

Poco a poco

ae

fue estre–

chando el inmenso corral huma•

no, dando gritos de entusiasmo

i de fiesta.

De pronto

gritería terrible

se alzó entre los cerros.

-¡Atajen! .. .. . .

-¡Atajen! . . .•..

·1

Por Uirakocha

1

No va·

mos a correr

en vano todo un

día

1-

decía Inka Púkllak.

-¡Atajen! .... . .

Los Kurakas gritaban, para

luego empeñarse

en fiera lucha

con una

pareja de

pumas con

sus cachorros

que trataban

de

forzar el redil.

De todas partes llovía pie–

dras, hasta que al fin las fieras

temibles fueron

vencidas, i hu·

yeron en dirección a

la pampa

que enmarcaban

altos peñascos

por un costado.

A medida que el

cer~o

se