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cían
hormiga~.
f.l ulular de los cerros lle–
nó la Tierra de hondo pavor.
Así fue
entr~ndo
el cuerpo
de Huaina
~ápac,
el
más ama–
do de todos los lnkas, a la E.ter–
na Ciudad;
i pasó de
lar go al
Templo del Sol, donde el Uíllac
Urna lo recibió estremecido.
Con sus mejores galas, en
dosel de incalculable
valor, co–
locaron a Huaina Kápac, frente
a
la efigie de
lnti,
i nó a su
costado donde
los cuerpos de
sus antepasados permanecían in–
tactos,
i
en este momento pa·re–
cían mirar la entrada de su Hi–
jo, eternamente glorificado.
Sapan lnka parecía también
estar vivo, cual
si en presencia
de su divino Padre i de sus as–
cendientes gloriosos,
el
éxtasis
le hubiese
sumido en profunda
quietud .
Así en la otra vida el
amado Monarca v :v ·ría dichoso,
en
el
sen0 del Padre Sol., i ven–
dría a eDte mundo mientras su
cuerpo
permaneciese
del todo
intacto.
Varias decenas
de akllas,
ñustas i concubinas, así como nu-
merosos nobles i cientos de
ya–
flakuna~
pidieron
las hojas de-l
reposo eterno, en su afán de se–
guir al Monarca
a servirle más
allá de la muerte . . . . . .
Todos los días del primer
mes, salía el pueblo por barrios,
i los lnkas i nobles por par,ente–
las, portando
las aTmas, el es–
tandarte i ropas de Sapan lnka
ya muerto,
a las afueras
de la
ciuda.d, para llorat le en los si–
tios donde su ' recuerdo estuviera
más vivo;
cantando,
al llorar,
sus hazañas,
las bondades que
tuvo para su pueblo,
i las mer–
cedes recibidas de modo particu-
lar .. . .. .
Estas
manifestaciones
de
duelo duraron un año, i se repi–
tieron el primer día de Conjun–
ción i
de
Llena, en todo el Im–
perio,
para
culminar
con las
honras del "año", que cada pue–
blo se esmeró
en
hacer más
suntuosas .
Entretanto Huáskar ciñó la
maskaipacha de los E.mperado–
res de Kosko,
enmedio de las
más solemnes i grandes fiestas.