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gida para el caso, cuando el camposanto se encuentra de–
masiado alejado. Se dice una misa por
~os
difuntos. Después
de la absolución, uno de los pr·e<iicadores recuerda los pre–
ceptos divinos respecto a la caridad cristiana: el afecto re–
cíproco, el amor que debe rendirse a los ofensores y ene–
migos, el perdón de las injusticias y las peores ofensas. En
seguida se invita
.a
los asistentes a practicar esta ley fun–
damental, ·a olvidar
sus
mutuos resquemores, a renunciar a
los sentimientos d·e odio. y los proyectos de venganza, y, fi–
nalmente,
.a
reconciliarse al punto sobr·e la tumba de Ios
parientes por
quiene~
han ido a rezar, y al pie de la cruz
1
de Jesús, que perdonó a sus verdugos.
De pie, los do:s ministros de D:ios misericordioso aguar–
dan, con el crucifijo en la mano, el resultado ·¡de
~ta
.ex–
hortación.
No tardan padres, madres
e
hijos en desprenderse de .
la multitud, luego familias públicamente divididas; estos di–
ferentes grupos se adelantan, se arrodillan sucesivamente
ante los misioneros, y, con toda sinceridad en la voz, pro–
nuncian estas palabras: "No pienses más en mis ofensas e
injurias; me pesan y las detesto".· La otra .parte contesta:
"De todo corazón te las perdono,
y
que
D~ios,
por su parte,
nos . perdone a t<;>dos". Después de ·esto todos se abrazan,
besan los pies de ·Oristo
y
se ·marchan felices
y
encantados
de su renovada amistad.
~
*
Existe, sin embargo, una ·Clase de afr,enta que el quichua
no puede dejar de vengar, aun entre los miembros de su
propia raza: estos son los crímenes contra el
1
honor de la
familia.
Antaño, ·en ·ciertas regiones montañosas, la
vendetta
existía bajo una forma repugnante, disimulada bajo el velo
de la magia o ejecutada por medio de drogas hábilmente
introducidas en la comida o las bebidas. A veces la víctima
"
se veía devorada por un lento veneno que minaba sus fuer·
zas
y
la conducía a la tumba por una
irrem·ediabl~e
debili–
dad; en
otro~
casos se producía la parálisis de los miembros
~
·o b.ien de las facultades, lo que provocaba un cretinismo
casi inmediato. La consecuencia más benigna era la desfi–
guración, por manchas indelebles
y
de
dif.er·entes colores,
que aparecían sobre las mejillas
y
la frente.
Actualmente, el indio se contenta a veces con denunciar
el atentado a la vindicta pública·: para esto cuelga un cuerno
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