de
toro sobre la puerta del seductor de su mujer. Este acta
sirve de acusación del acto infame. ante todo el vecindario;
vale ·decir, la condenación del culpable al despre·cio de todos.
1Sucede a veces que el indio se da el lujo de anunciar
su venganza. Al volv·er de una expedición,
y
cuando cru–
zaba una aldea cerca de Huanta, observé algo -extraño: una
pata de cabállo,
~escarnada
y seca, :estaba entera colgada
sobre .la puerta de una casa ceTrada; levantado
~en
el aire,
~
.
!
el casco estaba vuelto hacia la' habita<!ión. Av,erigüé el sig-
nificado de este hecho singular_.
-Es
-me dijeron- una declaración de guerra. Eso quie–
re decir: los
habi~antes
de ·esta casa m·erec·en .una patada
y r·ecibirán su castigo.
Para suspender este sírnbolo de odio, el ofendido debe
escoger un día en que sus -enemigos se encuentren ausen–
t ·es, a fin de que lo descubran a su
r~greso,
y
después de
que todos los vecinos lo hayan podido contemplar a gusto
y sabor.
-
'
Raras veces cru·el en sus represalias· corrientes, el qui-
chua se vuelve feroz cuando se le exaspera. Se han visto
casos en que han matádo su propia familia con salvaje cal–
ma
y
luego se han sentado a máscar coca entre los- cadá–
veres sangrientos, tan tranquilos como si hubiesen reven- '
tado moscas o
J."
atas.
·
Durante la ocupación del país por los soldados chilenos,
algunas indias fueron seducida.s
por
eilos; éste fué el caso
en la capital del distrito, La Concepción, donde se encon–
traba acantonada una compañía de venc·edores. No obstan–
te las súplicas y amenazas de su madre
y
toda su parentela,
una joven inq_ígena cohabitaba con uno de ellos. Su herma–
no juró vengar el ·honor del hogar, doblemen
~
envilecido
por ·este crim·en contra la moral
y
el patri,otismo,
y
así . fué
a.
enrolarse en una banda de guerrilleros.
El -9 de julio de
1882,
tres columnas peruanas rodeaban
la guarnición enemiga y tomaban por asalto su
plaz~
for–
tificada. Uno de los primeros en entrar fué el hermano de
la tránsfuga, ansioso de ·encontrar, vivo o muerto, al infa–
me que había provocado la vergüenza
y
la desgracia/ de su
familia.
·
Lo reconoció por fin entre los cadáveres, le cortó la ca–
bez~,
la cogió por los cabellos y se precipitó en busca
d-e
su
culpable hermana. Al verlo, la desgractada se echó -en sus
brazos, implorando 'perdón
y
pi-edad; ·pero él ya no era sino
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