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los caballos con armaduras de fi.erro, los defensores optan
por trepar a 1a plata.forma superior, d€sde donde abruman a
los asaltantes con miles de fle·chas, troncos de árbol y tro–
zos de roca.
A pesar d€ todo, los españoles colocan en las par·edes
sus· eStealas y suben protegidos por sus cascos y ·sus arma–
duras de ac·ero, logrando p·or fin
apoderars~e
de las fortifica–
ciones secundarias.. 'Sólo ·la
tor.recentral ofrec-e aún r .esis-·
tencia: un príncipe inteaico, Gahu.idé, la defiende. Gigante, ·
cubierto de una coraza y un escudo castellanos, anima a los
. suyos, corre infatigabl-e de una :a otra almena, pr·ecipitando
en ·el vacío, -de un golpe poderoso (!e su mazü, a todo esca–
lador eury.a ·cabeza asoma por
~enci·ma
de los muros.
Co11 el ansia de terminar, Piz:arro rodea de escal-as el
terrible torreón y manda un ataque simultáneo sobr·e los cua–
tro costados·; dominado esta vez por ·el c·erco enemigo, el
héroe ·quichua bota sus armas, desata las am:arras de su
coraza, s:e envuelve en su mantQ de oro y carmesí, y desde
lo alto de una alm·ena se deja·
ca~r
sobre las picas de los
soldados ·espafloles reunidos
a;¡
pie del muro.
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Esa noche de ·co.mbate puso en ·evidencia el coraje de los
g'uerreros quichuas. La derrota suf·rida no los desanimó;
dueños de las .cimas y los desfiladeros que dominaban la
regióR, mantuvieron el severo bloqueo que, tarde o tempra–
no, les daría el triunfo.
Además, no mentí'an al asegurar a 'Jua_n Pizarro que la
revuelta era general; había .estallado, a la vez, en todos los
puntos ocupados por las fuerzas .enemigas. Ya varios c·en–
tenares de colonos habían sido estrangulados y todas las ·
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ciudades estaban sitiadas.
· Advertido por m·ensajeros, Francisco Pizarra -envió su–
cesivamente a sus hermanos cuatrÓ escuadrones de socorro:
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uno tras otro cayeron ·en emboscadas y fueron ani·quilados.
Era agosto y la lucha duraba
.Ya
cinco meses; lo- víveres
estaban agra:tados, tanto entre los blancos como entre los
in–
dígenas, y éstos tenían urgencia de ef·ectuar nuevas siem–
bras. Por consiguiente, el inca d-ió lic·encia a la mayor parte
d€ su ejército, permaneciendo él mismo en observación a
la cabeza de una
~ropa
escogida.
Retirado en el fuerte
eLe
Tambo, al Sur
de~l
vaHe del
Yucay, Manco vigilaba .los pasos de los españoles, que pe:r-
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