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cuencia de las divisiones que desgarraban el i·mperio, la

guerra civil entre ·el legítimo soberano, Huáscar,

y

su her–

mano

y

rival, Atahualpa. Los quichuas vi-eron en los blancos

unos salvadores enviados por el cielo para restablecer a su ·

inca en el trono, esperanza

y

convicción que se afirmaron

cuando el capitán ·español prendió

y

.encadenó al usurpador.

Pero la muerte de Hv.ásear,

a~esinado

por

o~den

de Ata–

hualpa, luego el suplicio de éste, estrangulado en

su

prisión

por

sentencia del conquistador, dejaron a la na-ción sin jef·e,

s.in

inicia

ti

va~

dispuesta

a

ac·eptar el yugo con ta1 · que no

·

fu

·eiSe demasiado duro.

Lo fué, por su culpa

y

las

culpas de Piz:a:rro. Este per–

sonaje vacló las- innumerables bodegas imperiales (r·es•ervas ·

de víveres. para las provincias),

e

hizo degollar sin

consi-–

dera·ción los inm·ensos rebaños de llamas.

D·e~de

.entonces

los indios, hambrientos, se vleron condenados a vagar por ·

las montañas en busca de sustento. O.iertos o·ficiales amaes-

traron entonces Qerros para caza:r a estos hombr.es en las

\

sierras, como si fueran, bestias .salvaj-es. Los que cogían de

este

modo, eran condenados a la:s minas, donde morían como

moscas,

y

sus mujeres se conver.tían en esclavas.

Estos

excesos dejaron un fermento

~e

odio; fué aun

peor cuando los vencedores entraron en la ciudad santa de

Cuzco: el saqueo de· los palacios reales, la violación del tem–

plo

del Sol convertido en ·establos, de las sepulturas princi- ·

pescas

y

an-c.estrales, la pr.ofanación de las vírgenes sagradas,

los ultra}es .infligidos a la espo:s:a misma del inca difunto,

la humillación del :quevo ·emperador,. todo reaviv-ó e'l espiritu

belicoso de la raza,

1

que en

153·6

.se sublevó iracunda.

*

1

.

/

E'n esa época Cuz,co contaba con

2,0QO

almas. Antes

de

par-

. tir para fundar Lima, Francis·co Pizarro ·coronó a Manco,

el nuevo inca, pero dejó en la capital, como jefe real

y

sobe–

rano, a

su

propio herm:ano Juan. El ,emperador qulchua no

e'ra, pues, sino un fantoche, ·con un frágil cetro ·en Ia mano.

Pero este títere

se

trocó en una personalidad. Sin mo–

verse

de

la ·ciudad devastada, organizó .la revuelta: sus

em1.sarios secretos recorri-eron el país para llamar a los hom–

'Qres a · las armas,

y

en febr.ero

200,000

guerreros.. afluían

por todos los senderos

y

caminos de las montañas, hacia el

vane donde se extendía la metrópolis.

.

Invisibles

y

sUepciosos, sobre· las

~imas

y

en los valles

. 226