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en empresa punto menos que imposi·ble el descubrimiento

de esta

s crip

tas.

He

aql.li

una -enumeración de los objetos ofrecidos a las

a:J.n?.as

de los

muertos: .canastos de trabajo

l~lenos

de traros

de tela, navetas y hus-os; jarros y saquillos de pinturas para

m8Jquillaje; momias de cobayas, de perros y llamas; esta-

.

1

tuillas de hombres y

a~imale.s;

hondas, puntas de lanza

y

paquetes de coca; vajilla y artí,culos·de greda en otros tiem–

pos

Henos de víveres; haces de bastoh·ers e instrumentos de

telar; ollas y conchas llenas de maíz

y

otros

ce~eales;

a

veces una pequeña Hama cie piedra con un hueco en la es–

palda.,,en el cual se ha colocado polvo de oro; mazas y palas

en sílice, jaspe o diorita; pelotas ·y madejas de aLgodón de

diferentes CC?lores; flautas de bambú o he·chas de huesos

de cóndor o tibias humanas; cascabeles de metal, conchas

o .huesos de ,fru ta.s. En resumen; todo lo que se precisa para .

vivir y divertirse en el otro mundo.

*

Si

estas momias fueron objeto de un culto religioso de

parte de los antiguos indígenas, los quichuas modernos no

dej-an, aun hoy, de venerarlas y tem·erlas. A ningún precio

s·e resuelven a tocar a sus antepasados: "Incomodar a los

' nobl·es

es

entre nosotros un crimen que .se castiga .con la

muerte", contestan invariablemente. Pero lo más curioso de

todo esto es que, .según el decir de la g·ente, el difunto mis–

mo .es quien .se venga, sea a·brazando con sú esqueleto al

1

profan·ador para envenenarlo con .su pútrido aUento,

o bien

enterrándole en e·l cuerpo uno de sus huesos como un

puñ.al.

El recuerdo de las ceremonias antiguas sobreviv

e en la

.

memoria de los indilOS modernos, quienes loas mezclan sin

escrúpulos a los funerales actuales. Por lo demás, sus creen- ·

cias cristianas se encuentran plagadas invariablemente de

ideas disparatadas y .supersticiosas. Prueba de esto es la de–

claración de un quichua muy devoto: "Nuestros queridos di–

funtos desean, sin duda, las oraciones, misas, a.guas benditas

y todas las cosas que ahuyentan a los·

dem~onios

evitando

qu·e éstos los atormenten; pero

d~l

mismo modo necesitan

nuestras ofrendas materiales, o sea, provisiones, útiles de

trabajo, vestidos. En el otro mundo se alimentan con el

alma de loiS manjares, .se cubren con el alma d·e los trajes,

· trabajan c-on el alma de los instrumentos.

¿ ~Cómo

podríamos

rehusárselo.s? Los que se ven privados de ellos S'e vengan;

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