cialmente
invita~o
a
los
fune-ral·es
y
ree~.plaza
al cura de ·
la parroquia demasiado lejana. CUando el difunto yace en la
tumba aún abierta, este invitado de honor murmura, libro
en mano, ciertas fórmulas de oraciones polLglotas, mezcla
de palabras latinas, españolas y quichuas que ni el cielo ni
la tierra podrán jamás comprender. Entretanto los parientes
colocan a ambos lados de;l cadáver unas- cruc·ecillas de ma-
dera adornadas de trozos de tela blanca. Terminadas las
•
oraciones, el "l-etrado" s'e yergue amenazante, y, girando
sobre sí trJ.ismo, lanza a los cuatro puntos cardinales una
serie de anatemas, ininteligi·bles para los humanos, pero
que poseen la virtud ·eX'traordinaria de ahuyentar a
~os
espí-
ritus maléfi-cos, e.s-qs merodeadores que pretenderían pertur-
bar 'el reposo del tranquilo difun"to: Finalmente, sobre la tie-
rra que cubre la tumba se planta una cruz grande, a la
cual cada uno de los asistentes amarra algunos hilos de lana
multicolor, .simples
adorno~,
acaso, o bien, serían .símbolos de
oraciones o talismanes contra
los
genios. perversos. Todo
puede ser.
•
Los yaraví:e.s fúnebres son variadísimos. He aquí el ·canto de
una viuda:
"Cuando pierde su compa:fíero,- la triste y amante pa-
loma -
corre, vuela, vuelve y nueva·mente
se
marcha, -
"-
temblando de dolor. -
Sin descanso, inquieta, -
busca en
la .selva, -recorriendo con sus miradas- los troncos, las
ramas, las plantas, los sauces. -
.Y perdida toda
es.pe-ranza, -
e.staHando de pena el corazón, -
llora -intermi–
nablemente,- como las fuentes, los ríos y los mares.- Esta
es mi suerte, ¡ay!, -
desde el
~om·ento
fatal -
en que por
desgracia .te perdí, ___:_ tú, mi dulce amor, el encanto de mi
vida. -Lloro inconsolable. -
Tan gr
ande es mi pesar, -
que en mi dolor sólo respiro -
penas,
remor.es,angustias y
sollozos. - Tu re-cuerdo me tortura -
cada ve·z que me trae
tu imagen adorada -
convertida en flo!- muerta, -
en ja.spe
yerto. - Cuando voy al campo a llorar, - m•i pena es más
amarga' aún, -
pues bosques, montes, prados y valles, - me
reeuerdan tu perdida pres
encia. -
·Cuando estoy .sola, -
te
evoc-o en mi desierto,-
y
a.sime traes consuelo,- mt .dulc·e,
tierno amante.- Durante el sueño- perturbas mi reposo:
-
creyéndote vivo aíu:l, - me
tort~an
los celos y .sufro. -
Si por lo menos al pensar
en
ti - mi espíritu se apacigua-
ra, -
¡qué importaría entonces que
ml
corazón -.
sufriera
155
-
,
'