cuando despierto, - ¿es una quim·era o una ilusión tu re–
cuerdo? - Como si desde el más apá me hablaras, - a
cada instante creo escu-char tus dulces palabras: - Mi hijo
querido, -
te
crié para que fueras mi alegría. - · Oomo el
-pájaro se arranca las plumas del pecho, - para a·blandar
'el nido de sus pequefiuelos, - así te preparé yo una suave_
cuna.- ¡Ay!, esa cuna la riega hoy mi llanto.- ¡Ah, ma–
dre! ¿Permaneceremos para siempre ·separados? - Acaso
Hegue por fin el día, el día en que nos reunamos. - Si esto
es imposible,- ¿cuál será mi destino? - . ¡Ah, madre! ¿Qué
debo hacer? - ¿Intentar tal vez olvidarte? -· No, no io
podría, es imposible. - Llévame
m~
bien contigo."
*
No obstante su catolicismo, que ,Ya data d·e ·cuatro siglos,
los -quichuas creen firm-em·ente -que . el destino eterno del
alma no se fija sino ·cinco días después de exhalado el úl–
timo suspiro; ·e:h. tiempos de Jesús, los judíos tardaban tres
días. Entretanto vaga por los alrededores de su antigua mo–
rada, como
busca:q.doel camino que ha de conducirla a sú
postr·er descanso.
Es
ésta una extrafia idea que da ocasión
a varias costumbres superiSticiosas.
·Por la mafiana del quinto ·día, la familia se dirige a un
riachue!o para lavar toda la ropa usada del difunto; en .
seguida la pone a secar al sol. Llegada la noche, padres ·y
'
.
amigos son invitados a la casa en duelo; allí, la ropa bien
limpia ya, se encuentra amontonada sobre una mesa y ro–
dead~
de velas que el maestro de c-eremonias COl.'respondiente
enciende. Sobre la misma mesa coloca los manjares prefe–
ridos del d.ifunto,
y,
reunidos alrededor de estos objetos, los
asistentes oran por que el alma vacilante de$Cubra, antes
de medianoche, el camino hacia e1 refugio celestial.
Al cabo de_un rato, plenamente convencidos de
la
efi–
cacia de sus oraciones, se supone que el alma ha encon–
trado la ruta; no queda, pues,. sino regocijarse del feliz
acontecimiento, y empieza entonces a .co:rrer la chicha en
abundancia, se entonan lbs yaravíes, rompen a tocar flau–
tas, tamboril-es y mandolinas, in·i·ciando con :esto el baile.
A medianoche s.e· comprueba que el muerto no -ha -to–
cado los manjares que· se le ha;bían p.r·eparado; es ésta una
buena sefial,
y
los vivos se
rego~cijan
nuevamente y se re–
focilan comiendo esos mismos guisos antes de regresar a sus
chozas.
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