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' luego algunos paquetes de

coca

y echan sobr·e el c·uerpo va–

rios puñados de tierra.

Inmediatamente todos los hombres se lanzan . briosa–

roente a echar con pies y manos la mayor cantidad de tierra

y pi·edras sobre el cadáver, como s.i temieran que de pronto

se levantase. ·Cuando la fosa está a medias llena, el dire·ctor

del duelo manda tocar las flautas; los encar,nizados enterra–

dores se detienen y los principales as.istente.s saltan al hoyo

para api.sonar vigorosamente la primera capa de tierra. A

. poco vuelven a saUr y continúan echando violentamente la

tierra que falta, seguros, naturalm·ente, de que el difunto

no podrá protestar de su brusco procede·r.

_

·

Apenas se termina de apisonar una capa, vuelven todos

los asistentes a echar más tierra. Al ca:bo de dos

p

tres de

estas operaciones de reileno, se da por terminada la tarea ·

y un parlente coloca a la cabecera una pequeña cruz de

mad-era confeccionada con dos tablas. amarradas. Después

de ·eSto, -cada uno -echa sobre el túmulo

)in

hilillo ·de aguar–

diente, que, en su especie, podria ·denominarse "agua ben–

dita del diablo".

En

seguida, la familia distribuye copiosas

libaciones e:p.tre el cortejo, y el acto degenera rápidam·ente

en orgía.

A veces entierran al muerto sin .s3JCarlo de las angari–

llas. Naturalmente, sucede con frecuencia que la tumba re–

sulta entonces más chica que lo ne·cesario. ¡Qué importa!

Demasiado ,flojos para ·cavar lo que falta, introducen al di-

• funto tal cual, con la cabeza hacia. abajo, y proceden

á

cu–

brir el cuerpo con tierra. Los _palos de la camilla em·erg·en, -

macabros, de la tumba, pero esto divierte a los nativos,

que sólo piensan en beber.

En las provincias septentrionales del Perú, la de Ga-

j

amarca, por ejemplo, apenas se cier·ra la sepultura, los pa–

rientes tienen costumbre de aplicar el oído .sobre la tumba

para escuchar si " el querido difunto" gime o se lamenta.

Si guarda silencio -lo que es muy natural-, todos ' se feli–

citan, danzan, beben, se embriagan y duerm-en ahí mismo.

A la salida del sol, ei pariente más cercano cubre de c·eni–

zas la sepultura y la asamblea se dispersa. A'l amanecer del

dia siguiente todos reg-resan; si las cenizas ·están intactas, "'

es seña1 de que el muerto no se ha

escap~do

y, por consi–

guiente, ·se encuentra bien donde está. Se le deja, pues; alli

y

se brinda por su salud

et~rna.

En el altiplano, el

más

"letr~do"

de la regi-ón ·es espe-

t

~

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