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astro. El pueblo se encuentra reunido en masa en la plaza,

y

el sumo sa·c-erdote escudriña el horizonte. Apenas la Diosa

Plateada

ap~reoe,

da una señal, y un formidable clamor

la saluda.

·

Inmediatament·e sale

d~el

santuario un princ1pe imperial

ricamente v·estido y acompaña.9o de cien criados con antor–

chas y seguido de cien guerreros . en tenida de campaña.

Todos se colocan frente a la entrada, donde, al mismo tiem–

po, se alinean los sacerdotes, .que gritan al unísono:

"¡En–

fennedades

y

calamidades, huid, huid del paíS!" ·"¡Sí -eon–

testa l'a muchedumbr·e-_, que todos nuestros males se a}ejen,

pronto, lejos!"

La

primer~a

oenturia agita entonc·es sus anto.rchas, y el

príncipe, en la mano la lanza adornada de plumas multi–

·COlores

y

adornada de VBt:rios anilllos de oro, se

a

~cer.ca

al ba–

tallón dividido en cuatro secciones. Sucesivamente toca con

su arma las de los cuatro nobles que las comandan, dicién–

dole5: "NueBtro padre Sto! y nuestra madre Luna te esco–

gen para echar de la ciudad ·enferm-ed:ades

y

epidemias".

:Cada uno de los ungidos apoyar- entonc·es en su .lanza

la de su primer solda(lo; éste repite el g,esto con el .segun-

do, y así hasta llegar al último.

'

Terminada esta investidura del poder, retumba el so–

nido de · una trompeta;

los

cien guerr·ero.s se lanzan en un

mismo impulso, dispersándose por las calles de la capital. A

todo galope agitan las lanzas amenazadora-m,ente, gritando

á

voz en cuello: "¡Enferm-edades

y

epidemias, huíd, lejos de

aquí!"

..

-

Los~

habitantes de cada casa acechan

su

paso; y, ape–

nas los divisan, salen precipitadamente frotándose cara,

busto,

brazos

y

piernas y sacudiendo sus.ropas, .a fin de ·que

todos los

, mic~obios

se desprendan

y

caigan sobre lo!S he–

raldos de los dos astros divinos, que se ·encargarán de lle–

varlos lejos. Pequeños.

y_

gr.a,ndes repiten con fervor: "Que

todos nuestros ma1es se vayan con vosotros.

Y

tú, Creador,

prolonga nuestra vida y protege un año más nuestra salud,

a

fin de

que podamos

nuevamente

p:res.enciar

esta

bella

fiesta;'.

· ·

Traspasando las puertas de la ciudad, los ci·en. ·guerre–

ro.s continuan su carrera

y

van dividiéndose en grupos en ·

cada bifurcación del camino, repartiéndose así hacia los cua–

tro puntos cardinales. Al cabo de una legua, cada uno de

ellos encuentra otro soldado que lo espera; · unen entone-es

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