mado pro!undam·ente la piel; después de esto, la -indígena
ex.t·endió sobre el lecho una capa de ramas frescas, y acostó
sobre ·ellas al desgraciado. Cubrió con
I~as
mismas hojas am–
bos -costados del paciente, desde -el cueUo hasta la planta
de 'los
pies.
Terminada esta operación, lo envolvió en una
frazada y lo amarró.
"Al cabo de un rato el enfermo ·empieza a gritar de do–
loT; sient·e que
se
quema vivo
y
suplica que l·e saquen esa
túnica de Ne.ssus. Pero
su
enf·erm•era no le hac·e caso, f·eliz
de comprobar que ·el rem·edio s,u;rte efe.cto. Cuando ·por fin
reti'ra a,l inválido de
su
ardi·ente sudario, éste coml)rueba
con ale,gría que puede esti_rar brazos y piernas por tanto ' .
tiempo encogidos
y-
baldados. -
·
.
"Dos días más tarde, nuevamente se le ·empaqueta; esta
vez el pa·ciente recobra en
sus
miembros -la fl·exibilidad ne–
cesaria par·a moverlos
~en
todos sentidos. Al quinto día de
tratamiento, tercera aplica·ción d:e hierbas "mujer negra";
.a
la mañana siguiente, ·el que ayer fuera impotente, salta
del lecho y echa a andar alegrem·ente."
iEl
yanahuarmi
produce el ini.smo efecto en los animales,
y
los pastores lo usan para sanar sus mulas, llamas
y
otras
bestias.
*
Es muy comprensible que los quichuas tengan sus ·Cre·en–
cias supersticiosas respecto a las enf·ermedades que
p~ara
ellos
~esul
tan misteriosas. Entr·e otras, la viruela es una de
las que más ios conmueVíe,
tam.tomás ·cuanto que
I).O
salva
en ·ella ningún adulto. Más dura
y
gruesa ,que la piel de los
blancos, la de
los
indígenas impide la salida de los humores
pútridos,
y
éstos causan
·casi
siempre el envenenami·ento
de la sangre.
En
ciertas regiones -la de An·cash, por ejemplo-, ·los
indios se imaginan la causa o el autor de la enfermedad
bajo el aspecto de un ser humano criminal. Por consigui·ente,
la. viruela
es
para ellos una persona, hom·bre o :rhu}er, que
inc·esantemente da vueltas al mundo y pasa cada seis año.s
por e'l mismo lugar. Pero, afortunadamente, junto con los
microparásitos de la enfermedad apar.ece el.. remedio.
Es
la
m·enta verde, llamada "hi-erba santa"· desde que la Virgen
extendi-ó sobre ella los pañales del Divino Niño lavados en
la fuente de J:telén. La f·e de
l~os
quichuas en esta leyenda
e.s tan viva eomo g·eneral..
Así,
ape·nas uno d-e sus hijos
es
117
.,