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ligera y a toda prisa. Ninguno de los toros ):la sido criado

como

convi~ene

para la ·lucha

y

muchos. no poseen la agre–

sividad necesaria. Pero el quichua pone remedio rápidamen-

, · te a este defecto. Llegada la. hora., amarra una ancha y rús–

tica montura sobre ·el lomo del toro, cuyos cuernos

se

encuentran adornados de

cint.as

y florés; en seguida, el indio

monta

bre ·el animal

y

a fuerza de latigazos

y

espolazos

lo estimula, lo i-rri'ta, lo émpu-ja hacia los monteros, que

tratan de evitarlo.

.

Los padrinos

y

las .autoridades loca1es pres:iden el es·

:pe.ctátcülo ·desde un alto ·estrado; la multitud se ag.lomera -a

los cuatro costados de la

·p.la

·za, a lo

l~rgo

.de. .las casas. Todos

aplauden

los

pas,e:s 'm·eritorios y silban al .picador que

es

atropellado

y

derribado por el animal

enfur.ec'

ido.

Es.tá

de

~ás

decir que durante todo ei desarr.ollo · de la corrida se

consum.en

en abundancia aguardiente y chicha. .

Luego la plaza ·es invadida por los toreros

aficionados~

inpígenas ya med'io ebrios, que han apostado ·entre ellos

sobre su

r~espe,ctiva

habilidad. A latiga:zos y bastonazos pro–

vocan y hostigan a los toros, ·multiplican los ataques; las

bravatas y las arri-esgadas -evb1uciones. B·añados en ·transpi–

ración, beben nuevamente algunos tragos de alcoho:l

y ·

regre–

san:- a la arena. Al cabo de un rato no se ·v.e allí sino una

confusi-ón de animales

aJ

galÓpe, de hombres que corren en

medio de una nube de polvo,

y

sólo se oye. un c}amor,

mez-,

e

la

de gritos.

y

mugidos. '

'

Mientras ·el indígena conserva su sangre fría, logra

evitar con .·extraordinaria .habilidad el c-iego furor _del cua–

drúpedo; pero cuando los vapores del alcohol le hac·en ver

al toro "del tamaño de una horm'ig:a", ·pierde toda superio–

ridad

y

queda a merced de la prini·era cornada.

Cuando uno de los torieros

~ficionados

es

·embestido, lan–

zádo por los aires

y

pisoteado por uno de ·los pesados ani–

males, nadie lo compadece ni socorr·e,

si~

que, al contrario,

la multitud lo sUba y amigos

y

·contrarios lo ·colman de ·sar–

casmos; le arrojan puñados

d~

tlérra y lo tironean de los fal–

dones d·e su disfraz. Algunos de ·estos venc'idos

esc~pan

a toda·

pr~a,

· agobiados por la vergüenza; otros afrontan la situa–

ción

y

reci-ben las burlás como hojás de laurel.-·

se

pavonean,

orgulloso~ -

como

r~eyes,

y, mostrando sus

heridas~

tratan de

cobardes a los burladores que -no se at·rev·en a m·edirse con..

las

bestias enfurecidas':

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