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atacado por la ternble

~nfermedad ,

recogen la freooa. menta

para infusiones.; con ·ella ·confeocionan tisanas o bafios de

una milagrosa virtud cura

ti

va.

Otro malestar inexplicable

es

·el que ellos denominan el

"espanto", que hace presa así ·en los adultos como en los

niños. Existen dos

·cl~ses

diferentes de "espantos". Uno se

caractefiza por un ·estado morboso y neTvioso, súbitos es–

pasmos y

a.

veces una descomposi<!ión de la sangr·e, que

se

,traduce en manchas negras de la pi•el, consecuencia de un

ataque súbito. El otro produc·e ··en -el individuo parálisis o

contracciones del rostro, provocadas, al parecer, por las ema–

naciones·gaseosas de ciertas tlerras, y que af·ectan los múscu–

los

y

ei

corazón. Pero, según el quichua, l'a v-erdadera causa

de estas perturbaciones en ·el orgárits:mo ·es la fa tal fuga

de una parte del alma; según ellos, el .espíritu

se

compone

de varias partes

y

puede dividirs.e

bajo

un violento cho–

que ·externo. E¡g preciso, pues, hacer volver lo más rápiqa–

mente posible esta porción del alma que se ha escapado, y

con este fin recurr·en a diveTsos procedimientos.

En algunos .·casos

se

sirve a la "espantada" una tisana

de ciertas hierbas perfumadas que debe be.ber lentamente

"y

a tragos cortos. En otras ocasiones. se hac·e m·asticar y tra- ·

gar al enfermo un puñado de tierra recogida de preferencia

sobre una tumba; algunos ·golpean ·el suelo con una piedra

negra, a intervalos regu:Iares

y

espa·ciados. Pero en uno Y

otro ·caso se repiten con insistencia las mismas palabras:

"¡Oh alma en fuga, regresa pronto a ·este cuerpo!" .

· Cuando ésta resiste con porfía a tales procedimien–

tos,

la familia.solicita la intercesión poderos·a d.e un curan–

dero conocido. Este inter·viene sólo de noc

he. ·O

bserva lar–

gamente al

~'espantado'·',

lo palpa de alto a

b.a.jo

, en seguida

cog·e una de sus prendas de v-estir

y

10

1

fro

ta co

n vigor va–

rias

v·e<!e

s. Al cabo de cada masaje, ·examina

y

olfatea la

tela

pa.ra

descubrir los m.alos gérmenes.

Haéia

·la medianoche, ·el curandero pregunta de pronto

en qué lugar el paciente fué atacado de

''·espanto"~

Si no

es lejos, se dirige solo hacia allá; pero si, por el contrario,

se trata de un sitio apartado,

se

limita a detenerse en cual–

qui·er lugar deshabitadó. Allí sostiene la prenda del enfer–

mo en el aire con ambos J:>razos muy estiTados; al mismo

tiempo murmura interiormente: "Alma fugada, vuelve ha...

cia mí".

.

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