familiar, pero ·más a menudo en comp.afiía de .los animales _
domésticos.
Con curiosidad y ·extrañeza se observa entre los niños
quichuas un ·hecho que contradice ·el instinto qe los peque–
ños del mundo entero: no juegan casi o muy poco. Podría
decirse que. desde los pañales llevan ya en sí la .seri-edad
· atávica de la raza. Taml;Jién los
jóven~s
adolesc·entes se re–
sisten a los eJerctcios físicos
y
a toda expansión que no sean
la danza y las fiestas del pasado que aun se conservan.
*
La educación moral y la instrucción cristiana _son casi nulas
en las chozas montañesas. Ignorantes, sea por here·nc1a o
por negligencia, los padres sólo inculcan una cosa a sus
descendientes: el horror a la mentira y a todos los delitos
.
'
que vayan
~en
desmedro de .su propia autoridad o que sean
perjüd'iciales a los intereses del hogar y de sus parientes.
Aunque la·madre conduce a lQs hijos 'ante las imágenes
santas colgadas de los muros de la choza
y
recita ·con ellos
algunos padrenuestros, jamás
les
enseña nada r·especto a
las bellezas de la virtud, ni los informa sobr·e las verdades
eternas, las historias bíblicas o ·evangélicas. Por lo d·emás,
- ella misma no sabe nada. ni se le ocurriría pensar en ello.
En cuanto al padre, limita su papel de educador 'a un
solo punto: encender en ·el coraz-ón de sus hijos ·el odio ha–
cia el blanco codicioso que -les arrebató las ti,erras anc-es–
trales, y hacia los ricos egoístas que explotan a los quichuas
sobrevivientes.
Con
·est-e fin
l'es
.refier·e las abominables anéc–
dotas que ha 'escuchado de labios de sus abuelos, los hechos
de que ha sido testigo o víctima, las palabras de los agi–
tadores que preqican el des·quite, y sus prom·esas que anun7'
cian para un futuro cercano la nuevá supremacía
d,e
la raza.
La juventud crece, así, al
marg.ende todo ideal elevado.
No tem·e sino una .cosa, y no ·es é:s:ta que · el cielo le caiga
sobre la cabeza, sino que el látigo paterno le desgarre pier–
nas o espaldas. Ef·ectivamente, cualquier negligencia en los
deberes domésticos acarrea el castigo inevitable del azote,
por lo cual se conoce ·el proverbio: "·El niño quichua se fprja
a golpes, tal como el hierro".
En todo lo demás; desgraciadamente, e:l adolescente in-
...
·díg·ena e:s tan libre como las bestias de sus
~re
baños. Le es
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