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conmovido por una gran festividad, tal como lo hemos visto
ya en el tiempo de
l~s
incas. Pari·entes, vecinos y amigos se
congregan y rodean al chiquillo sentado sobre una estera
en ·el suelo; se tr.ata de cortarle por primera vez la virgen .
cabellera. La ·ceremonia moderna ti·ene dos ritos diferentes.
El más simple precisa de un solo pad:rino y ya lo hemos
referido en páginas anteriores.
El otro rito, menos generalizado,
se
celebra sólo en las
chozas de los más ricos. Dos hábiles muchachas dividen la
revuelta cabellera del niño en un sinnúm•ero de trenzas de
diferentes. gruesos, adornando
~cruda
una de una 1cinta. Tbdo
. · eil que lo desee, a condi·ción de que sea indio puro, puede
cortar una o varias de ·estas trenzas, pero antes ha de po–
nerles precio:_ diez centavos por las más delgadas, un sol
por las más .gruesas.
•Naturalmente, la más gruesa, situada al centro d'e la
cabeza, e.stá reservada al padrino, y este privilegio
~e
cuesta
una jarra de a,guardi·ente. Los demás invitados continúan la
operación, cada cual s-egún su afecto, sus medios y .su ge–
nerosidad. El dinero
se
deposita a · los pies del héroe de la
~i·e.sta
y no puede gastarse sino .en su beneflcio. Cortada la
última guedeja, se da comienzo a la fiesta,
~que
bien s·e me–
re.cetan notable acontecimiento, y el día se termina en
cantos, bailes y copiosas libaciones.
·Cuando el pe·queño esquilado ·empieza a caminar, se le
viste con
una camisa de lana o
algo_~ón.
Esta prenda cons–
tituye su
úni.cotraje; bástale para arrastrarse en cuatro
pies tras l
os gatos r·e.galones, para
·espant~r
los pollos o tirar
piedras a los perros. A los tres años empieza a imitar todo
lo que observa a su alr·ededor. Sigue
a sus mayores a los
pastoreos, casi desnudo bajo los rayos
ardient.esdel sol, los
vientos h ·elados ele la montaña o el hi
elo inverna'!.
/
No tarda en aprender a cuidar solo .de los rebaños
y
empi-eza a ejercitarse con la honda. Su infancia se desliza
junto a los animal·es, que son sus compañeros de toda hora,
y sus impresiones se reducen a aquellas que despi·ertan, en
sus sentidos o su tosco ·espíritu', ·los objetos y ·el espectáculo
de sus horizontes.'
.
A los siete años tiene lugar otra ftesta.
En
un día fi–
Jado con anticipaelón, vuelve a pr·esentarse el padrino, con
ún voluminoso paquete bajo el
bra~o.
Al abri'rlo apar·ecen
1
un
so~~r·ero,
un pantalón, una cha·queta corta y un pon–
cho, eon lo cual viste a su ahijado, que -,empieza a darse aires
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