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minar toda la
noche ~
Compadre y amigo de la familia, en
.ese momento .se convierte en todo un personaje; todos le ce–
den el paso. Se sienta sobre un tronco con la solemnidad de
ur~
rey en su trono, y e·l dlchoso dueño de casa le ofrece_un
prim·er vaso de aguardi·énte, sacado de una ánfora colgada
de un árbol cercano.
Al poco rato el indio o mestizo más letrado de la región
se pr•esenta con un viejo almanaque en la mano. Acepta una
copa de bienvenida, ·en seguida busca el mes y la
~echa
en
el calendario, lee los nombres de
los
santos del día y confía
la el·ección al consejo _de familia.
·
· Habiéndose puesto todos de acuerdo, el padrino recita las
escasas oraciones que retiene en la memoria, derrama un hi–
lillo de agua sobre su ahijado -simple símbolo del próximo
bautizo-
y
proclama el nombre, que todos repiten con los
ojos clavados en ei recién nacido.
-'
' Tan importante ceremonia·
es,
naturalmente, seguida de
abundantes libaciones; los invitados se sientan en ctrculo en
el sue·lo, bajo los árboles o en el corr.edor, según haya sol o
lluvia, y así -transcurre el día en medio de alegre charla muy
regada de chicha. Por la noche se sirve _una cena compuestá
de maíz tos_tado, de maza·morra con leche y
c~rne
de corde–
ro, si es posible; en seguida se oyen los primeros acordes del
harpa .que anuncia 1a iniciación_del
baile ~
.
· A la luz de la luna o al fulgor de la fogata, las parejas
se suceden ·en las danzas r·egionales, y antes dé cada vu·elta
se brinda por el reci,én nacido. Sólo con .el lucero del alba
~e
dispersan los invitados, buscando difi-cultosamente el .sendero
que ha de conducirlos a sus hogaves, temblorosas las piernas
y nublado el eri tendimiento por los vapor·es alcohólicos.
*
Poco de$pués, madrina
y
padripo aprove·chan un día de
fiesta o de mercado para di'rigirse a la parroquia. Cruzando ·
a pie m·esetas y quebradas, caminan sin tr•egua y en si'*ncio,
11e.gando a la iglesia al cabo, a veces, de 24 ó 48 horas de
marcha. Allí
se
procede simplemente a bautizar al ahijado.
En casos
de
urg·encia son más expeditivos.
Ha·ce
algu~os
afias, nuestros misioneros predicaban en Tambillos, cuando,
en una aldea vecina, una india dió a luz trillizos y murió en
el alumbramiento. Temiendo que los pequeños
1
corrieran la
misma suerte de la madre, los ,padrinos consultaron . entre
sí. No atreviéndose ninguno de ellos a bautizarlos, de-ci-
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