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dieron Hevar las

~criaturas

a los misioneros, que se encontra–

ban a seis kilómetros de distancia.

Inmediatam-ente fueron en busca de tres madrinas, en.'?i- ·

.

liaron

sus

mulas, se eehó

~cada

mujer a la espalda un saco,

al fondo. del

~cual

ll·oraba un ahij a;do· envuelto ·en tibias la–

rias ,' subieron las eom.adres al anca de las· ·Cabalgaduras

y

partieron en medio de

).as

tini·eblas de la noche.

Al llegar a la parroquia dasfcubr·en que, en l1a iglesia, el

Padre está en pleno sermón. Sin .va,cflar, lo interrumpen a

grandes voce9, explieando la urgencia del caso. Pero la ca–

pilla se encuentra atestada de fie1es,

s~entados

·en el suelo,

no cabe un a'lf'iler entre ellos. ¿Cómo pasar? El edifi-cio

no ti·ene sino una entrada; no queda, pues, s1no

·la

vía

aérea. Los tres recién naeidos son, pues, pasados de mano

'

en mano, por encima de la:s cabezas, desde la puerta hasta

el altar. Una madrina los sigue, arremang1adas las faldas,

saltando por encima doe los oyent·es. Reeibido ·el sacramento,

los tres neóf.itos son devueltos afuera en la. misma forma

en que entraron a la ig1esia; se les torna a echar en los

sacos y, atado.s a la espalda de sus padrinos, empr·enden nue–

vamente camino por los accidentados senderos de la mon–

taña. Sanos y a ·salvo en

su

choza, más tarde serían .sin duda

adoptados por algunas caritativas vecinas, como es costum–

bre entre los quichuas.

Hasta hace poco ti€mpo, como último vestigio

d~

un pa–

ganismo no del todo olvidado, .se ·efectuaba una curiosa ce–

remonia en algunas r.egiones del altiplano que domina el

vane de Apurímac. Se ·nevaba a cabo a mediados de junio,

apenas terminada. la 'COSte:cha de las patatas. En una fecha,

fijada con anticipación por el jefe del clan,-un grupo de ro–

bustos

mneeto~e.s,

armados de lazos y lanzas, partía antes

del alba _a cazar vicuñas. Esa mañana,

toda~

las indias ·que

hubieran sido madres en el curso de los doce meses prece–

dentes debían dirigirs·e con sus hijos a la plaza d.e la aldea

C·entral.

Allí a1co.stábare a todos los pequeños, ·en fila en el suelo,

envueltos en una frazada. y vestidos de una simple camiseta

negra adornada de tres bandas rojas, verticales para lo¡S_va–

rones y obUcuas pata las niñas. Junto a esta

exposición~ in­

fantil, los tíos maternos charlaban en espera del .regreso de

los cazadores.

No tardaba en -escucharse el son del cuerno que anun–

ciaba', Tetumbando en los cajones de la montaña, el retorno

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