cho, el padrino de todos los hijos ael inca en esta primera
trasquiladura.
Luego, lloroso aún, ·ed niño-era rod·eado por toda la fa–
milia, y la madrina le regalaba una escudilla nue.va, llena
de mazamorra de maíz. Cada invitado le servía una cucha–
Eada, terminado lo cual .se celebraba el acontecimi-ento con
prolongadas danzas, cantos y libaciones.
Así se. iniciaba la segunda fase de la infancia. Ya el
.
.
.
padre había cavado un hueco estrecho en el piso de 'la r}lca,
y
la madre, después de envolver al niño en trapos de lana,
lo c_olocaba de pie en este pozo minúsculo, cuyos bordes le
, llegaban j:ustamente
~
las axilas. Alrededor se disponían
huesos, frutas
y
piedrecillas que servían al pequeño .
d~
ju–
guetes. Se movía a sus anchas, sin temor de caerse, en aquel
hoyo en la tierra que reemp'laza,ba el ·senó materno.
A fines del siglo XVIII una bárbara costumbre cons–
tituyó
·e~
.suplicio de 'los niños qui.chuas. D·esde la más t ·em–
prana edad, y bajo pr·etexto de ·elegancia, se
les
deformaba
el ·cráneo. 'E!n al,gunas regiones se les tocaba con un bonete
rígido, pun1tiagudo
y
estrecho, que, en tres -años de mar–
tirio, daba a la cabeza la forma de un pan de azúcar. En
otras partes se las pr·efería anehas
y
chatas; con este fin
;se comprimía la caja ·cerebral por. medio de una serie de .
cordones. blandos, o bien se acostaba al recién na·cido ·Con
una tablilla sobre 'la frente y otra en la nuca, fuertemente
atadas con fajas de tela. En ambos casos se apretaba to–
dos los días un poco este cruel ·estuche. Al cabo de tr·etnta
y seis mes.e.s _de tormentos, -el bebé había adquirido la per–
f·ección craneana deseada.
Antaño los indios conside·r.aban el nacimiento de melli–
zos .como un
f~nóm·eno
abominable y aun sacrílego, y t.e–
nían el convencimiento de que uno de los do.s era el hijo
co·neebido por un rayo celestial. Durante sels meses segui- .
dos ,._ padre y madre hacían penitencia, . privándose en las
comidas de sal_y pimienta
y
manteniéndose, además, en la
más .absolutá continencia.
.. AJgunos -
llegaban aJ :extremo de 'COiidenarse .. a:.
per~a.;
nec:er·-durañte cinc'o d.las consecutivás ·acóstados sobre-efúido –
derecho, luego sobre el izquie-rdo, con una pierna doblada
bajo el cuerpo y en compléta inmovilidad. S.egún narra un
antiguo volumen, e'l marid;o se colocaba también, a veces,
una !·enteja o una judía en la 'Corva
y
permanecía
,so.'Q:re
j
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Sol.-7
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