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N9 21

Nótese cómo en los dos ejemplos

anteriores se encuentran modulacio–

nes pasajeras a

la subdominante.

Estos casos son frecuentes, como se

,·erá más adelante.

La antara más notable, entre

tedas las que se encuentra en el

l\I useo

T

acional de Lima, es la sig–

nada econ el N9

3/6790,

que ofrece

una revelación sensacional, por su

escala hexa fónica con sexta mayor,

o sea Ja llamada

sexta dó-rica.

Tiene

siete tubos, de los cuales el primero

fatalmente está roto, pero por la co–

rrelación de los sonidcs de los otros,

se colige que, indudablemente, daba

la nota MI; pues, habiéndola yo

restaurado con m:1 ilJa obtu ,·e la nota indicada. En esta forma , la escala

o sucesión de sonido'> rc'>ultantes, es la siguiente :

Primer

tubo:

l\II

Segundo

FAfl

Tercer

SOL

Cuarto

SI

Quinto

DO #

Sexto .

R E

Séptimo

i\JI

Esta es una escala que evi dencia una hexafonía, con semitonos entre

los gTaclos segundo

y

tercero,

y

sexto

y

séptimo, ordenación que corres–

ponde a Ja esca la ll amada

dórica,

en el canto gregoriano,

y

frigia

en la

música de los grieges antiguos, con la diferencia ele que la escala dada

por la siringa peruana no es eptafónica, como la de las expresadas

mustcas.

Existen cantos

tradicionales que corresponden, con

toda

exactitud , a dicho instrumento;

y,

r epito, que la escala mencionada

representa un verdadero sistema ancestral, ele contextura definida. Y

son innumerables las melodías ele este sistema, que, ccmo va demos–

trada amp liame nte en mi libro "La Música Incaica", no obedecen a

ninguna influencia eclesiústica, como la siguiente que constituye un

ejemplo mu y valioso:

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