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Nótese cómo en los dos ejemplos
anteriores se encuentran modulacio–
nes pasajeras a
la subdominante.
Estos casos son frecuentes, como se
,·erá más adelante.
La antara más notable, entre
tedas las que se encuentra en el
l\I useo
T
acional de Lima, es la sig–
nada econ el N9
3/6790,
que ofrece
una revelación sensacional, por su
escala hexa fónica con sexta mayor,
o sea Ja llamada
sexta dó-rica.
Tiene
siete tubos, de los cuales el primero
fatalmente está roto, pero por la co–
rrelación de los sonidcs de los otros,
se colige que, indudablemente, daba
la nota MI; pues, habiéndola yo
restaurado con m:1 ilJa obtu ,·e la nota indicada. En esta forma , la escala
o sucesión de sonido'> rc'>ultantes, es la siguiente :
Primer
tubo:
l\II
Segundo
FAfl
Tercer
SOL
Cuarto
SI
Quinto
DO #
Sexto .
R E
Séptimo
i\JI
Esta es una escala que evi dencia una hexafonía, con semitonos entre
los gTaclos segundo
y
tercero,
y
sexto
y
séptimo, ordenación que corres–
ponde a Ja esca la ll amada
dórica,
en el canto gregoriano,
y
frigia
en la
música de los grieges antiguos, con la diferencia ele que la escala dada
por la siringa peruana no es eptafónica, como la de las expresadas
mustcas.
Existen cantos
tradicionales que corresponden, con
toda
exactitud , a dicho instrumento;
y,
r epito, que la escala mencionada
representa un verdadero sistema ancestral, ele contextura definida. Y
son innumerables las melodías ele este sistema, que, ccmo va demos–
trada amp liame nte en mi libro "La Música Incaica", no obedecen a
ninguna influencia eclesiústica, como la siguiente que constituye un
ejemplo mu y valioso:
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