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antiguos peruanos, como lo ates tiguan esta misma

anto.ra,

la N 9

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del Museo Nacional de Lima, la mencionada por los D'Harcourt en

la Plana XIX, N9 4 del Suplemento a "La Musique des Incas et ses

survivances", etc.,

y

la música tradicional misma, de pureza indiscuti–

ble, que corresponde a esos instrumentos.

En el Museo Etnográfico de Buenos Aires existe aún otra antara

de terracota, procedente del Perú

y

está signada con el N9

34.640;

pero,

como le fa lta una fracción de la región aguda, no se sabe de cuántos

tubos,

y

solamente conserva ocho, en tales condiciones da la siguiente

esca la: SOL;;, DOn,

l'vfl

b

6

FA

6 ,

LA

6 ,

(esta un poco elevada pero sin

llegar a LA

#

o SI bemol)' Sis, D07,

rvn

b7. Esta escala Yislumbra

el tono de

DO

menor,

pero faltaría el SOL

6 ,

para ser interpretada en

este sentido, así como para determinar las notas que darían Jos tubos

desaparecidos de modc que, en estas condiciones, toda conjetura sería

demasiado aventurada. Por lo cual solamente quiero dejar co nstancia

de que este instrumento, como todos los demás de terracota

y

los de

caña ele grueso calibre, produce todavía varios · sonidos en cada uno

ele sus tubos. La primera serie se entiende en la posición normal, y

las siguientes se producen dando mayor intensidad al soplo

y

leYan–

tando la base del instrumento cada vez más arriba, de modo que las

boquillas vayan obturándose gradual-

ri1ente. (N9 .

26).

Así resultan las si–

guientes series de cada tubo:

Primer

Segundo

Tercer

Cuarto

Quinto

Sexto

Séptimo

Octavo

tubo:

"

SOL;;

RE

6 ,

SI

6

DOr;, SI

5 ,

FA

#

6 ,

MI1

i\II

b6,

MIG,

FA

6 ,

D0

7

LA

6 ,

LA

f/

6 ,

FA

8

SIG,

FAs

D0

7 ,

SI

7 ,

FAs

MI b

7, :rvn7.

H e consignado estos datos, sin te-

mor a que se me tache ele torturador

m

26

de instrumentos musicales, "some-

tiendo a suplicio a la malhadada antara", pues conceptúo que

el

im·es–

tigador no debe desechar ningún deta lle por pobre o insig·nifi cante

que parezca, ya que la omisión ele algunas "minucias" ha ca usado

frecuentemente lamen tables errores. Digo ésto, porque los sei1ores

D'Harco urt anatematizaron acervamente a Cresson y Estevan C;.'tceres,

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