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CARLOS CAMINO CALDERON
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de gauchos montados en vel0ces caballos, y armados de la–
zos, boleadoras, chuzos y 1usiles más viejos que el sentarse
en cuclillas.
¡Mamita, se cayó San Róque sin que nadie lo toque! ...
La caballería gaucha arremetió, como malón de. indios,
por la retaguardia de los batallones
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Cotabambas" y "Aban–
cay'', y aquéllo fué una cacería de ñandúes: canillas rotas con
las bolas, cabezas afuera con los lazos, pescuezos atravesados
con loS chuzos
!. . .
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:
. ....
Los pobres cholos no sabiendo qué hacer, se refugiaron
en los mismos bosques donde había estado escondida la te–
nible caballería gaucha.
¡El vivo se cayó muerto, y el muer–
to partió a correr !
El Brigadier Tristán salvó de la rebujina, porque ni
Dios ni el diablo uisieron, cargar con él!
Decían que cuando la batalla de Ttlcumán estaba ya
tt>rminada, los--gauchos - haoiendo caracolear sus caballos–
IlatJ?aban a Tristán, y le gritaban:
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/7i Caballosf
eru
.'
Aquí tenés caballos!- •..
Y todo esto sucedió porque el Brigadier Tristán, desco–
nocía la advertencia que el Genet al San Martín --en cierta
ocasión- hizo a un granadero enamorado de una vílida.
y
que se había mostrado debilón en
el
ejerCicio de esgrima
--de trasera de mula, y delantera de viuda ¡cuídate, negro!-
CABECISTAS.-Así se llama a los mayordomos de la
festividad de la Capilla del Milagro, que se verifica en la
\ ma de E ten el 2 de junio.
·
La primera obligación del
cabecista
al aproximarse la
festividad, es abandonar
so monte
y sus sombreros de paja,
para consagrar todo su tiempo y sus esfuerzos al mayor.
éxito de la festividad que se avecina, y de la que ha tenido
el
altí~imo
honor de haber sido nombrado
cabecista.
Por
~sos
días, un sinnúmero de chacras
se empajan,
y
n1uchas hormas de sombreros
se bocabajeyan.
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