EL
IMPERIO SOCIALISTA · D!! LOS
INCA S
Ecuador, pero se limita a afirmarlo en .dos ocasiones sin dar
ninguna explicación. Consideramos esta información como
sospechosa. El autqr, visiblemente, no se ha dado cuenta
de la importancia de sus
afirmaciones~·
trata de establecer
contraste entre los caras y los incas. He aquí los dos pasa–
jes: ''El derecho de propiedad era habitua.l y los muebles e
inmuebles se transmitían por herencia". "En ·el reino de
Quito las tierras eran antiguamente objeto de apropiación y
se vetan en esto las mismas desigualdades y las mismas mi–
serias que en el .mundo entero; he ahí por qué los habitantes
se conformaron con la nueva in_s-titución, no solamente sin
repugnancia, _sino con placer" (1). Le segunda parte de esta
•
1
•
'
última trase es manifiestamente tendenciosa, porque los
ecuatorianos opusieron, PC?r e
CQ
tr
io, una encarnizada
resistencia a los
e
o s
a
·
e
m~
a
con ellos
a conquista· 'f!.Or eso s verosími l
ta
echo colec–
tiva, ya que
e#J,
las costu_inbres locales. Los
quiteños no habrían tenido, pues, que "conformarse a una
nueva institución".
Cevqllos ·(2) y Suárez reproducen la.S afirmaciones de
Velasco, pero el primero carece en genera-l de sentido' críti–
co
y la actitud del segundo puede explicarse por la contusi ón
que hace entre el colectivismo agrario y la organización
so–
cialista establecida por los últimos soberanos del Cuzco.
Opina que los caras, antes de la conquista incaica, debían
naturalmente ignorar todo del sistema socialista organizado
por estos últimos, y que, a falta de pruebas contrarias, debe·
mos creer en la existencia de la propiedad privada entre
ellos. Es así, al menos, como nos explicamos el adverbio ''in-
~
<
1) "Histor ia:' ,
t.
2,
págs.
7
y
59.
(2)
"Resumen.
de la historia..,
t.
1,
p.
28.
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