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SERGIO Qú li ADA )ÁRA

Esta corona es mía y sólo mía hasta mi última hora. Sólo de–

searla cuesta la cabeza.

AZejo.-(Entrando) Esos hombres esperan t us órdenes.

Herodes.-Que

pasen. (Entran los doctores de la ley con

sus atavíos antiguos y sendos libros). Ilustres sabios, sagrados

sacerdotes. Vosotros que conocéis las profesía hebreas, si os he

mandado llamar a esta hora, a mi palacio es porque yo en J u–

dea, vuestro Rey, soy el primer súbdito de las sagradas leyes

de Moisés. Y deseando rendir culto a nuestro Dios invisible

quiero preguntaros: En q·ué lugar .debe nacer el Mesías?

Los doctores hojean sus libros y luego dicen: en Belén de

Judá.

Doctor

primero.-Herodes: sábelo ya que según dices eres

el primer súbdito de las .sagradas leyes de Moisés que la

semana del profeta Daniel _se halla próxima a expirar;

los días del Mesías, nuestro

~alvador,

están cerca·

nos. Los descendientes de la doce tribus de Israél ya comien–

zan asomar su refulgente disco en el cielo de Pa.lestina. Y

Jehová dirige sus campasivos ojos a la tierra de David, y hace

nacer la estrella de J acob en Oriente.

Doctor seg1lndo.-,Sobei;ano

Rey: no te turbes y despíde–

te de tu silencio pavoroso; pues se están cumpliendo las pro–

fesías de Balam, porque los sabios libros, que tenemos entre

las manos, no nos engañan. Sábelo pues que el león de Israel

acaba de nacer en la gruta de Belén. Rey y señor, apoyados

en n uestra ciencia, jamás podemos engañarte.

Herodes.-(Los

despide). Gracias sabios doctores. Habéi:;

satisfecho una curiosidad que me tenía bastante preocupadc.

J ehová cumpla con vuestros deseos. Ahora podéis retiraros.

Los doctores (al salir) , hasta que el Mesías aparezca en–

tre los hombres, manda

y

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serás obedecido.

H erodes.-(Se

pasea sólo y enojado). Ah, no será (sos–

tiene su corona y exclama) t ú serás mía y sola mía hasta mi

última hora. Si es preciso para ello sacrificar a la raza israe–

lita ... yo armaré mis legiones, mis lahzas tracias, mis valien–

tes germanos, mis nobles aliados saldrán de Jerusalén y las

trompetas de degüellos anunciarán su último instante. Sí, yo

o