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Qué quieres Singo? Necesita de su Señor mi esclavo fa–

vorito?

Singo.--Verutidio, liberto romano, General de las legiones

extranjeras, dice que tiene precisión de hablarle.

Herodes.-Es

mi amigo predilecto, pero estoy enfermo

y

quiero descansar, y permanecer sólo, lo oyes?, sólo.

Singo.-Eso

le he dicho, mi Señor, pero él se ha obstinado

en entrar, diciendo que era de alta importancia lo que' tenia

que comunicarte.

Herodes.-Que

pase pues ese intruso adorador de las cibe–

les, que no ha sabido depositar nunca una paloma blanca en

los altares de la calltidad y que no tiene compasión de su do–

liente soberano. (Entra Verutidio, y Herodes le pregunta:

qut~

importante misión te conduce a estas horas hasta mi estancia?¡

Verutidio.-Después

de las genuflexiones protocolarias, le.

dice: Rey de Jerusalén, deja tu lecho,. olvida tus dolenCias, por–

que en tu ciudad acaban de penetrar tres Reyes Magos, segui-

• dos de un brillante séquito y guiados por una estrella miste–

riosa, y que dicen que vienen a adorar al Mesías prometido, por–

que se están cumpliendo las profesías de Balam. En el atrir;

del pretorio se solazan soldados ex;tranjeros,

y

dicen que han

venido sus

prínc~pes

con ofrendas de

01~0,

incienso

y

mirra,

han dicho.

Herodes.-Y

dónde están esos extranjeros que dices?

Verutidio.-Han

levantado sus tiendas junto a los· derrui–

dos pórticos del Palacio de David.

Herodes.-Singo:

enciende las teas resinosas, reune a mis

herodianos

y

traeme a esos extranjeros. Y tú Alejo reune a los

sacerdotes

y

escribas de la ciudad, a esos. sabios conocedores

de las profesías hebreas y condúcelos a esta pieza. Y tú, bra-

. vo Verutidio, junta tus legiones

y

acámpalos en los pórticos de

mi palacio. ·Y tú mi buena h ermana Salomé, consulta a los

médicos de la ciudad, por la salud de t u pobre hermano.

('1'0-

dos salen y Herodes se queda solo). Y en soliloquio dice: Qué

Rey será ese que acaba de nacer? Ah, pobre de él, sii cae en

mis

manos (mira la corona que lo tiene a su lado) , pobre de

él si la mira con codicia, si quiere arrancarme de las sienes,