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Acaso el doior se atenúe con la aplicación de las hojas· calientes

de "penca", pero el estado general es capaz de mejorar con el té

de hojas de ' ' jarilla' ', salvia y sal de

tierra~

Todo el mundo dice

que sí. Nosotros, sin ser ·tan categóricos, podemos afirmar que dicha

terapéutica no anda muy descaminada. Por de pronto, la revulsión

es posible mediante el empleo del calor en la forma antes citada

y la ingestión del cocimiento de la salvia · (sudorífica) y de la sal

de tierra (diurética), obran con beneficio en tales circunstancias.

Si a ello agregamos que la neumonía se cura casi siempre sola,

te–

nemos hecha la fama del remedio.

Semejante a la anterio,r existe una receta que prescribe: ''agua

de borraja con sal para tomar, poniéndose en el sitio del dolor y

en los pieses un ládrillo caliente''. La "borraja" (Borrago Offici–

nalis) es un poderoso diaforético y goza de gran fama en la medici–

na casera. Tanto la borraja como la sal eran ya empleadas por Man–

douti, a fines del siglo XVIII. Recordemos, entre otras, la receta

siguiente: ''Bebe salmuera bien caliente en ayunas, y si no se puede

en ay as se toma a la raque apure el dolor". En otra fórmula

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oter pia cuenta con el principio de que iguales

órganos curan iguales enfermedades, es decir que un mal al hígado

es curado con extracto o polvo u órgano fresco semejante, ten–

dremos que la niedicina popular ha advertido empíricamente, es

cierto, pero con certera intuición, antes que la ciencia, el vasto cam–

po donde actualmente se mueve el experimentador moderno. Esta

receta no es la única de este tipo. Hay para otras enfermedades

recetas semejantes, que emplean órganos diversos, aunque con · el

mismo sentido y rigorismo científico.

Los ' ' tehuelches y araucanos'' usan el corazón de cóndor contra

los trastornos circulatorios y entre los .antiguos quichuas la sangre

del zorrino era empleada en las afecciones respiratorias agudas''

(Pardal, obr a ya citada). Luego, esta terapéutica tiene honrosos

antecedentes en la medicina aborigen y puede asegurarse que tanto

una como otra forma han podido influenciar el espíritu y el con–

cepto de la medicina popular actual. Basando por ''las friegas de