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En tales ocasiones era tradicional que las familias se obsequiaran
el mote en las mismas ollitas en que era cocido, rivalizando entre
ellas en cuanto al punto exacto de cocción, o en el gusto, que algunas
lo daban con perfección incomparable.
EL API
(1)
Las razones apuntadas más arriba, que merman la cohorte de
los gustadores del locro y el mote, son las mismas que aumentan la
difusión de la mazamorra o api, alimento, antes, de extensísima y
bien probada fama sólo entre lo basto del pueblo. Y es que la crisis
hace cada día prosélitos más numerosos, y es precisamente entre sus
huestes que se reclutan hoy los partidarios del api o mazamorra, ali–
mento económico que a su sabor sencillo, virgiliano, une la condi–
ción de ser uno de los platos más sanos y nutritivos.
De e.s-t
modo
amorra de antaño, democrática y proleta-
sanbagu.....,.LLV
el menú de ciertas fami-
'-'~~~""""'+er
a las perturba-
r que la consagrara
ólo proviene de su
z de su elaboración
resan a la idiosin-
En e ecto, o
hierro o de barro cocido, un poco
de maíz, agua y una pizca de bicarbonato, se tiene lo necesario para
la preparación de una buena
y
sabrosa mazamorra. Todo lo demás
es obra de la paciencia, que, gracias a Dios, nunca falta,
y
de colo–
carse junto al fuego, en cuclillas como lo .hacen las viejas, con un
cigarro de chala en los labios
y
el mecedor o "taj-uena" o "chaj–
runa ' ' en la mano,
y
dale que dale vueltas y más vueltas, hasta que
espese. Operación lenta
y
solemne, si se quiere, pero . consagratoria
de una aptitud para el rito.
Puede todavía prescindirse del bicarbonato a condición de usar
una lejía de jumi, que se prepara haciendo quemar un gajo de esta
planta,
y
disolviendo luego su ceniza en agua. Suele procederse de
igual modo éon la ceniza de la brea.
(1)
"También hacian gachas
que
llaman "api"
y
las que comían con
grandísimo regocijo".
(GARCILASID
DE
IJA VEGA,
Co7nentarios Reales,
pág.
279).