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del maíz, que por suerte nunca falta, y con el cual, a la espera de

mejores tiempos, humildemente, prepara su huashcha-locro, locro

huérfano, sin carne, sin tripa,

y

a veces, sin nada más que el maíz,

que hierve en agua adicionada de sal, chicharrón o grasa. El huash–

cha-locro es también comida de Viernes Santo.

EL MOTE

(1)

.Algo semejante al locro, es el mote, riquísimo de condimentos, de

sustancias nutritivas

y

de jugos, y cuya presentación es una fiesta

de los ojos, del paladar y del olfato.

Basto, espeso, pero sabroso y suculento, el mote ha sido

ya

olvi–

dado por el paladar del pueblo, el cual, a. causa de la inicua explota–

ción que sufre, se ha visto necesariamente constreñido a una renun–

ciación que no era de su gusto.

.Ahora sólo recuerda del mote su nombre, y ligado a él la época

de su pasada gr

deza, cuando to

era .~ci

, . livi no, agradable.

Pero no debi ro

cocinarlo dur

e a

n

·

t

o coci-

na:ban nuestras abu

sus

es-

critos

(O

p.

II,

tle Lerma,

entre los cargos contra

'

e, después

de aprisionar a

J

gar a que

padeciese necesi a

1

apretado

vino a términos

ue muchas veces comía en

1

prisión ''mote'' de

trigo

y

maíz cocido".

(Historia de la Conquista del Tucumán,

MA-

NUEL LIZONDO BORDA,

pág. 249) .

.

Se hace el mote de maíz amarillo entero, al cual se deja en agua

con ceniza para despojarlo de su cutícula. Limpio de ella, se lo

hierve en agua con sal,

y

se le añade grasa, repollo, garbanzos, poro–

tos, charqui, patas, ají, tripa, batatas, chorizo, anco,

y

todo lo que

tenga uno a mano. Luego se fríe en grasa un poco de pimentón, que

se agrega y mezcla al mote, sirviéndose caliente.

Este plato -verdadero plato de la abundancia- era, hasta no

hace mucho, el elegido para la conmemoración de las festividades re–

ligiosas de San Francisco, Santo Domingo y Pascuas, habiendo caído

en desuso, no por falta de fe sino de medios para aderezarlo. ·

(1)

''A la zara cocida llaman ' ' musti'' (y los españoles mote), quiere

df'cir maíz cocido incluyendo en sí ambos nom·bres' '.

(GARCILASO DE LA VEGA,

Comentarios Reales,

pág.

280).