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sin mengua de su gusto, le ha dado un color oscuro de caoba. Es el
arrope más generalmente difundido.
Todavía se obtienen un tercer y cuarto producto de la tuna,
y
son la jalea y la ·conserva.
La jalea de tuna es el resultado de la ebullición del jugo de dicha
fruta, separado por presión de su retículo de celulosa, y colado, lue.
go, para desembarazarlo de sus semillas. Hervores livianos y soste..
nidos lo convierten, después de larga y cuidadosa faena, en una
miel riquísima que es sumamente apreciada.
En cuanto a la conserva no es más que el dulce en cascos de la
misma fruta.
Se hace también el arrope utilizando el chañar y la algarroba ne–
gra. Se lo obtiene haciendo hervir en agua la fruta machacada. A
punto ya, suele quitarse sus porciones más gruesas a fin de darle
uniformidad y consistencia. Su sabor, empero, no es tan agradable
como el de los distintos arropes de tuna, fruta ésta que por su exce–
lencia es reputada la mejor para esta clase de preparaciones.
Pero no ha te ·
do
a' a extensa mención de los postres
criollos. Suelen acerse, también, u ces ae eca, scogiendo de en..
tre ellas las fru as ' ti rnas que s
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la carne de la o
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a. Hervida
en agua y luego n alm.íbar ad · · re idéntico sabor al de la sandía
cayota.
Todos estos dulces
y
otros que se elaboran con alaba, piquillín,
etc., también muy apreciados, llevan canela
y
clavos de olor como
únicos ingredientes.
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