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a r ligiosidad d nu tra medicina popular e
también, en gran
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ti ne el
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un acto religioso por la veneración
n qu
r an tenidos dicho animales.
En
lo que re pecta a la cirugía la medicin a popular t r asciende
a imismo una fuerte influencia aborigen. Las f racturas eran enton–
e.
tan conocidas como actualmente en la medicina popular
y
los
métodos no dif ier en en lo subst ancial, sino por el u so de nuevos
empla tos consolidantes .
En cuanto a la magia y ·a las práct icas de ese ·carácter son ana–
lizadas detenidamente en otro capítulo.
erróneas se de en
estado confusio a
el desbarajuste s
ro es taro-
ce
o
e prácticas
~orrespDnden
a ese
.
,
narqu1a
y
a
ID
uencia en el abuso de los productos extraÍ–
dos de los animales, aunque también fueron usados por los indios.
Los emplastos y cataplasmas de excrementos, que se ha dado en lla–
mar" terapéutica nauseabunda", los ungüentos
y
aceites, la sangre,
las grasas, los pelos, la hiel
y
la leche, en fin, todo ese conglomerado
de sustancias, que matiza el paisaje herbolario de nuestra medicina
popular, constituye en gran parte la herencia de España.
Más que a los indios, debemos a los conquistadores el viejo sis–
tema diagnóstico de la uroscopía, esto es, el examen a simple vista
de la orina del enfermo. Por medio de ella se diagnosticaba no sólo
el mal físico sino aquel producido por la acción malévola de brujos
y
hechiceros, aparte de que lo usaban también para el pronóstico
de las enfermedades .
El ''daño mágico'' era sospechado -en la orina cuando ella no
tenía ''inmutación'' alguna estando enfermo el sujeto. Esta supers-