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La miel que cosechaban los meleros se encontraba en los troncos
de los árboles, huecos por los años,
y
donde un mundo de abejas
se prodigaba incesantemente en depositar la miel de un sabor ex–
quisito
y
perfumado de flores del bosque: verbena, quebracho, pa–
lán-palán y azahar.
En cuanto a la investigación y descubrimiento del panal se pro–
cede en diferentes formas.
Antiguamente "el modo original de que se valían para esta ave–
riguación era -según Alcedo, citado por Ricardo Cappa, Obr. ya
cit. t. 9, pág.
123-
llevar en los días serenos y claros una olla de
miel aguada e ir rociando con ella los árboles; al olor salían las
abeja.CJa libarla, y cuando se iban, seguíanlas hasta ver los agujeros
donde entraban''.
Nuestros .paisanos las descubren templando el palo en una ma–
niobra de percusión, o simplemente guiados por la auscultación de
los árboles, o por algunos signos exteriores, tales como el orificio
de entrada o la resencia de un pájaro, el carpintero, que es muy
goloso ·
e miel.
Per
boca", la abun–
lmena es grande
o
y
Y comienza la operación más delicada, la trasiega, que consiste
en llenar el "tupo o pujro" con el panal. Cuando está lleno se
colocan la ' 'flor' '
y
la cera en el ' ' ellón cerero''.
· En cuanto a la miel chuya o líquida que se deposita en la ' ' ar–
cana" o sea la base de la colmena, hecha de una materia dura
aporcelanada o asfáltica, se procede así: se empapa en la miel uua
especie de lana llamada barba del monte o sajasta que se exprime
luego sobre el "tupo" o vasija hecha de cuero usada con tal fin.
Esta miel, llamada miel de palo, no es siempre del mismo tipo,
habiendo tantas clases de ella como especies de abejas intervienen
en su elaboración. Con todo pueden distinguirse tres clases : una
miel pura o destilada, una miel en flor o flor de miel y, por último,
una tercera clase más abundante, la miel basta u ordinaria, cuyo
~olor
es, por lo general, blanco pardusco.