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y

el mote, C\)mO complemento esencial en la sajta, chanfaína, jigote,

picadillo,

y

en los chorizos

y

morcillas, tanto más sabroso:s cuanto

más ardientes.

Sin duda que la inclinación nativa por el ají, aparte de la cos–

tumbre, obedece a causas en relación con la naturaleza de ·la vida

indómita

y

varonil de estos pueblos.

En efecto, aún trascienden éstos, en lo predilecto de sus

g~tos,

una virtud hombruna. A sus alimentos sustanciosos, a sus densas

mixturas, propias de quienes han de vivir úna vida de obstáculos

en su lucha diaria, se añade el ají, complemento fundamental, esti–

mulante épico de sus hazañas, exaltación de su sangre ardiente

y

capaz. Es decir que sus inclinaciones culinarias, más que a extra–

vagancias caprichosas, obedecen a esenciales necesidades biológicas

o instintivas.

. Pueblo de varones, el nuestro, todavía, su cocina trasciende una

prodigalidad de suculencias nutricias

y

un paladar de fuertes con–

dimentos, que, por

contraat

destaca aún más el delicado sabor de

las sustancias de que están hechos

n.ume o_sos

excelentes pla-

tos (

1

).

1 10

eca

Toda una pa

~e ext~~'""'-

un paladar recio, de

~flt!~~~~

sas nutriciones,

sin la extensión d

y

predilecta.

'-.;;;;..;.;;.......;;;...;;.;;;;;.~..=..;;;.-.u....;;;.;;;;..;;...;;...,..-

Y es que la antigua afición hispana de andaluces y extremeños

por los manjares azucarados, encontró en América, por lo similar

del gusto, tan vasta difusión que ''es cosa increíble

y

que pone

admiración -escribe un cronista- ver la inmensa cantidad de dul–

ces que se gastan en estas Indias, y que yo tengo para mí que no debe

haber región en todo el universo donde se consuma tanta azúcar'',

relatándonos luego que las saraos, recibos y fiestas de Lima del

siglo XVI estaban constelados de luces, y que el pueblo los consu–

mía en tan gran abundancia ''que --según Cappa- si sus moradores

seguían dados como hasta allí,

.a

la confitura, el valor huiría de

sus ánimos

y

la laxitud acabaría por enseñorearse de sus cuerpos''.

(1) ''Entre las legumbres que producen el fruto en sus ramas, tiene el

ají, después del maíz, el primer lugar, como planta

m~

general y de mayor

estima entre los indios de cuantas se .hallaron en estas tierras''·

(RICARDI1

CAPPA,

·T. 5,

pá:g.

355).