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dores- cuanto por la pericia y saber que demostraron en sus cura–

ciones, sobre todo en las de flechas envenenadas, en el tratamiento

de cuya heridas eran los indios singularmente diestros.

Charlevoix dice, refiriéndose a esta habilidad que Diego de Rojas

murió de resultas de una herida de flecha envenenada ''por no haber

querido seguir el consejo de una india que prometía curarle''. Y el

P. Lozano, en la obra ya citada, narra la forma como llegóse a des–

cubrir el remedio para dichas heridas:

''Se aprisionó un indio

-dice-- y le hirieron el muslo de un flechazo'' y agrega a conti–

nuación: ''que le soltaron las prisiones y dejaron ir libre observán–

dole al disimulo sus pasos. Fuese al punto (el indio) a buscarse

por el campo dos distintas especies de hierbas y las majó cada una

de por sí, bebió el zumo de la una,

y

de la otra la infundió en la

herida".

En parecidos términos se expresa Don Diego Fernández en su

Historia del Perú,

cuando refiriéndose a los "yugitas", dice: "Las

flechas que tiran llevan ponzoña que mata rabiando en ocho o diez

días, y des e que connenza

obrar los heridos se dan de golpes y

.

de cabezad s.

' ' Y agrega

it • "

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su descubr'

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naoza (que Ni-

colás de H re ·

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donde hubi ron hartas

s indios e hirie-

ron a muchos

os indios. Y te-

niendo ya no

o a

--

és d

te de Iy.Iercado)

tomaron

Indio

y

flecháro le entramb s muslos y dijéronle que

se fuese a curar porque sa erlo de los indios de otra manera sabían

que era excusado). El indio se fué así herido y apenas podía andar

y

junto al pueblo cogió dos hierbas

y

majólas en un mortero grande,

y

de la una bebió luego el zumo, y con un cuchillo que le dieron

se dió una cuchillada en cada pierna do era la herida y buscó la

púa de la flecha y sacóla, y puso en la herida el zumo de la otra

hierba que había majado,

y

estuvo después con mucha dieta y sanó

prestamente. Desta manera, pues, se curaron después todos y se supo

de la contrahierba, puesto que algunos murieron por no poder hallar

las púas de las flechas que son a manera de agujas''. (Edición de

Lucas de Torres, t.

II,

pág. 22).

Las flechas eran envenenadas por medio de la ''yerba'' (curare),

la cual sometían primero a la ebullición (el jugo de la raíz) y luego

a la concentración siruposa por el fuego lento, obteniéndose una

semipasta rojo-parduzca que se torna muy dura al enfriarse y es

muy tóxica. Se empleaban como alexítero diversas plantas que reci-