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este castigo a mi soberbia." Comprendiendo los padres que
esta era
fa
voluntad de Dios, adoráronle en silencio, en
ex~
pectación de los designios divinos. [
411]
El Diablo vivió
en aquel convent o por espacio de dos años, pidiendo limos–
na cada día por la ciudad y en especial a un mercader muy
rico, que, por ser excesivamente tacaño, ni una sola vez
l~
socorrió, por lo que el diablo, siempre que l'e pedía, le amo–
nestaba: "Haz penitencia, devuelve cuanto debes y airrepién–
tete de tu;. pecados, pues no sabes cuándo has de morir."
[412]
Y tan era así, que cuando el mercader no estaba en
casa encargaba vivísimamente a su servidumbre que repitiera
al amo sus consejos
y
advertencias. Pasados fos dos años, el
Diablo anunció al Padre guardián y a los otros frailes que
había sido enviado a aquella ciudad para probar a aquel mer–
cader, quie
D~os
ya había hecho mucho en favor de su con–
versión y que, a pesar de todo [
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esto él seguía terca–
mente enca:Stillado en su maldad, sin esperanza alguna de en–
mienda por su parte, y que, como su "maldad" era ya com–
pleta a los ojos del Señor, ya no
~e
era permitido quedarse
más tiempo. Díjoles también que confiaran al secreto y a
nadie lo comunicaran cuanto él les había dicho, pues, de lo
contrario, ellos mismos incurrirían en tormentos semejan–
tes." Y, dicho esto, desapareció. El guaordián, entonces, con
la prudencia que le caracterizaba mandó a algunos frai–
les para que le refirieran cuanto allí vieren.
[414]
Habiendo ido, pues, allí algunos Padres, no pudieron
entrar, por haber ocurrido en la casa del mercader algo es–
pantoso. Desvanecido ya y acallado el primer tumulto, cuan–
do lograron entrar vieron que su cuerpo y su ailma habían
sido arrebatados por los demonios a los infiernos. Como en–
tonces el Padre guardián refiriera a todos lo ocurrido, todos
adoraron al Señor que de tantos medios, como habían podido
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