[435-437]
ojos en un su criado, y ya próxima a pecar, no
só~o
empezó
a pensar en la mala acción que iba a hacer, sino que inolu–
sive llegó a dar su asentimiento a aquel mal pensamiento;
pero como quiera que no había consumado el aoto, aunque lo
tenía presente en la memoria, no se confesó de aquello. [
435]
A punto ya de morir se acordó de su pecado; pero por
ver~
güenz.a no lo confes6. Murió, en este estado de cosas, y el
Obispo, que era su confesor, la dió sepultura en su capilla.
A la mañana siguiente levantóse el primero de todos, entró
en la capilla y vió que todo el recinto ardía, como un horno
encendido. Pasó, a pesar de todo, más hacia el interior, y vió
el ca:dáver de la mujer sobre su propio sepulcro y debajo. del
cuerpo un fuego vivísimo, y en medio de él muchos demo–
nios revolviendo fa1s brasas con una pafa de hierro. [
436]
Repuesto ya el Obispo de su pavor, cuando miró más deteni–
damente, reconoció en aquel cadáver el cuerpo de aquella
mujer, a la que no hada mucho había oído en confesión. P ero
a fin de cerciorarse aún más a fondo, rogóle •en nombre de
Crisrto y su madre le dijera quién era
y
por qué se veía ator–
mentada de aquel modo. Respondióle a esto el cadáver: "He
aquí quie ahora soy pasto del fuego eterno por haber omiti–
do en mi confesión, a pesar de tenerle en la memoria, aquel
acto de asentimi•ento mío a un mrul pensamiento."
§
10. DEL DECIMO MANDAMIENTO
[437]
D.-¿Qué se con.tiene en el décimo mandamiento?
M.-En él se nos vedan la codicia de los bienes ajenos,
no ya sólo de una casa o de una finca, sino también de su
oro, o de una llama, oveja u otra cosa cualquiera de esta ola–
se, puesto que la manera de cumplir bien oon la justicia es
741